jueves, 19 de febrero de 2009

La leyenda de la ciudad YS

Erase una vez un rey que tenía una hija bellísima, llamada Dahuta. Su padre la adoraba, cumpliendo hasta sus más pequeños deseos. Pero la princesa era mala, egoísta y cruel . A cada instante tenia un nuevo capricho y no estaba tranquila hasta haberlo satisfecho . Cierto día, Dahuta se presento a su padre y le dijo:
-Quiero ser reina y dominar como soberana absoluta en una ciudad mía, una ciudad que se levante a la orilla del mar, lejos de aquí. Quiero disponer a mi capricho de mis súbditos, quienes deberán obedecer ciegamente todas mis ordenes. Es un sueño que llevo desde hace largo tiempo en mí y ahora comprendo que no podré vivir hasta que lo vea transformado en realidad. Compláceme, padre mío, pus eres rico y poderoso , o si no me veras morir miserablemente en dolor.
Conmovido ante las lágrimas que surgían , copiosas, de los hermosos ojos de su hija, el rey le prometió complacerla. Convocó , para ello, a los mejores arquitectos del reino y ordenó que , en la bahía más pintoresca de su territorio, levantasen una gran ciudad.
Miles y miles de obreros pusieron enseguida manos a la obra, trabajando noche y día y, en poco tiempo , levantaron a orillas del océano, la más bella ciudad como jamás se halla visto hasta entonces y a la que se dio el nombre de Ys. Así Dahuta pudo satisfacer su sed de dominio. Reinó como dueña y señora del país, imponiendo leyes crueles e injustas. Hizo de sus súbditos unos piratas y bandidos , y pronto su fama se difundió por todo el mundo , haciendo que peregrinos y navegantes evitasen con cuidado pasar cerca de aquélla ciudad. Las gentes de Ys llegaron a ser riquísimas, pero con sus costumbres y tantas riquezas, se volvieron viciosos y perezosos: hombres y mujeres vivieron en el lujo más desenfrenado y ya no respetaron ninguna ley humana ni divina.
Dios envió a la ciudad perversa varias advertencias que no fueron escuchadas y entonces , enojado, la maldijo y envió al ángel de la venganza , con su espada de llamas para que la destruyera.
Una noche se oyó un lejano rumor amenazante que, poco a poco fue transformando se en un estrépito cercano y ensordecedor.. Y he aquí que, de pronto , e mar se agitó, lanzando sus olas espumeantes sobre los diques que protegían el puerto, e invadió, impetuoso, la ciudad dormida, sumergiéndola con todas sus habitantes.
Pocos segundos después, allí donde había existido la ciudad Ys, se extendía una bahía tranquila , en la que se reflejaba la pálida luz de las estrellas. Pero, en el fondo del mar, se oye, a veces un tañido de campañas. Son las campanas de la ciudad sumergida , que piden a Dios el perdón para sus habitantes condenados.

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