martes, 30 de julio de 2013

104 La muerte de Teseo

a. Durante la ausencia de Teseo en el Tártaro, los Dioscuros reunieron un ejército de laconios y arcadios, marcharon contra Atenas y exigieron la devolución de Helena. Cuando los atenienses negaron que la tuvieran ellos, o que tenían la menor idea de dónde podía estar, los Dioscuros procedieron a saquear el país de Ática, pero los habitantes de Decelía, que desaprobaban la conducta de Teseo, los guiaron a Afidna, donde encontraron y rescataron a su hermana. Los Dioscuros destruyeron Afidna, pero los decelianos están todavía exentos de todos los impuestos espartanos y tienen derecho a asientos de honor en los festivales espartanos; sus tierras fueron las únicas que se salvaron de la guerra peloponense, cuando los invasores espartanos asolaron el Ática.
b. Otros dicen que quien reveló el lugar en que se ocultaba Helena fue Academo o Equedemo, un arcadio que había ido al Ática por invitación de Teseo. Los espártanos, ciertamente, le trataron con gran honor en vida y en sus posteriores invasiones respetaron su pequeña propiedad junto al río Cefiso, a seis estadios de Atenas. Esta propiedad se llama ahora Academia, un bello jardín, bien regado donde se reúnen los filósofos para expresar sus opiniones irreligiosas sobre la naturaleza de los dioses.
c. Maratón mandaba el contingente arcadio del ejército de los Dioscuros y, obedeciendo a un oráculo, se ofreció para el sacrificio al frente, de sus hombres. Algunos dicen que fue él, y no Maratón, el padre de Sición y Oorinto, quien dio su nombre a la ciudad de Maratón.
d. Ahora bien, Péteo, hijo de Orneo y nieto de Erecteo, había sido desterrado por Egeo, y los Dioscuros, para mortificar a Teseo hicieron que su hijo Menesteo regresara del exilio y le nombraron regente de Atenas. Este Menesteo fue el primer demagogo. Durante la ausencia de Teseo en el Tártaro se congració con el pueblo recordando a los nobles el poder que habían perdido con la federalización y diciendo a los pebres que les robaban el país y la religión y se habían convertido en súbditos de un aventurero de origen oscuro, quien, no obstante, había abandonado el trono y se decía que había muerto.
e. Cuando cayó Afidna y Atenas se hallaba en peligro, Menesteo incitó al pueblo a que recibiera a los Dioscuros en la ciudad corno sus benefactores y liberadores. De hecho se comportaron muy correctamente y sólo pidieron que se les admitiese en los misterios eleusinos como había sido admitido Heracles. Esa petición fue concedida y los Dioscuros se convirtieron en ciudadanos honorarios de Atenas. Afidno era su padre adoptivo, como Filio lo había sido de Heracles en una ocasión análoga. En adelante se les rindieron los hombres divinos a la salida de su constelación, en agradecimiento por, la clemencia que habían mostrado con el populacho; y llevaron jubilosamente a Helena de vuelta a Esparta, con Etra, la madre de Teseo, y una hermana de Pirítoo como su sierva. Algunos dicen que encontraron a Helena todavía virgen; otros, que Teseo la había dejado encinta y que en Argos, al volver a su patria, dio a luz a una niña, Ingenia, y dedicó un templo a Artemis en agradecimiento por su buen parto.
f. Teseo, quien volvió del Tártaro poco tiempo después, erigió inmediatamente un altar a Heracles Salvador y volvió a consagrarle todos sus templos y bosquecillos sagrados menos cuatro. Sin embargo, las torturas, le habían debilitado mucho y encontró a Atenas tan corrompida por las facciones y la sedición que ya no pudo mantener el orden. Después de hacer salir a sus hijos a escondidas de la ciudad y enviarlos a Eubea, donde les dio albergue Elpenor, hijo de Calcodonte —aunque algunos dicen que habían huido antes de su regreso— y de maldecir solemnemente a los atenienses desde el monte Gargeto, se embarcó para Creta, donde Deucalión le había prometido albergarlo.
g. Una tempestad desvió la nave de su curso y el primer lugar en que desembarcó fue la isla de Esciros, cerca de Eubea, donde el rey Licomedes, aunque era amigo íntimo de Menesteo, le recibió con toda la magnificencia debida a su fama y su linaje. Teseo, que había heredado una propiedad en Esciros, pidió permiso para establecerse allí. Pero Licomedes, hacía ya tiempo que consideraba suya esa propiedad, y con el pretexto de mostrar a Teseo sus límites, le llevó engañosamente a la cima de un alto risco y lo precipitó desde él. Luego se excusó diciendo que Teseo había caído accidentalmente cuando paseaba borracho después de comer.
h. Menesteo, que había quedado en posesión absoluta del trono, fue uno de los pretendiente de Helena, y condujo las fuerzas atenienses a Troya, donde adquirió gran fama como estratega, pero murió en batalla. Le sucedieron los hijos de Teseo.
i. Se dice que Teseo raptó por la fuerza a Anaxo de Trecén, y que yació con Yope, hija del tirinto Ificles, Sus amoríos turbaron con tanta frecuencia a los atenienses que tardaron en apreciar su verdadero mérito incluso varias generaciones después de su muerte. Pero en la batalla de Maratón su espíritu se elevó de la tierra para alentarlos y cayó plenamente armado sobre los persas; y cuando se logró la victoria, el oráculo de Delfos ordenó que sus huesos fuesen llevados a su patria. La población de Atenas había sufrido los ultrajes de los esciros durante muchos años, y el oráculo anunció que eso continuaría mientras ellos tuviesen los huesos.Pero recuperarlos era una tarea difícil, porque los esciros eran no menos ariscos que feroces, y cuando Cimón conquistó la isla no quisieron revelar el lugar donde estaba la tumba de Teseo. Pero Cimón vio que un águila hembra escarbaba con el pico y revolvía con las uñas la tierra en la cima de una colina. Consideró eso como una señal del cielo, tomó una piqueta, fue apresuradamente a donde estaba el agujero hecho por el águila y comenzó a ensancharlo. Casi inmediatamente la piqueta chocó con un ataúd de piedra y dentro de él encontró un esqueleto más grande de lo ordinario, armado con una lanza de bronce y una espada; sólo podía ser el de Teseo. El esqueleto fue conducido reverentemente a Atenas, donde lo volvieron a enterrar con una gran ceremonia en el templo de Teseo, cerca del Gimnasio.
j. Teseo era un hábil tocador de lira y se convirtió en el patrono, juntamente con Heracles y Hermes, de todos los gimnasios y escuelas de pugilismo de Grecia. Su semejanza con Heracles es proverbial. Intervino en la cacería del jabalí de Calidón; vengó a los campeones que cayeron en Tebas y no fue uno de los argonautas porque estaba detenido en el Tártaro cuando ellos partieron para la Cólquide. La primera guerra entre los peloponenses y los atenienses fue causada por su rapto de Helena y la segunda por su negativa a entregar los hijos de Heracles al rey Euristeo.
k. Los esclavos y labradores maltratados, cuyos antepasados buscaron en él protección contra sus opresores, se refugiaban en su templo, donde se le ofrecían sacrificios el día 8 de cada mes. Este día puede haber sido elegido porque llegó por primera vez a Atenas desde Trecén el día 8 del mes Hecatombeón, y volvió de Creta el día 8 del mes Pianepsión. O quizá porque era hijo de Posidón, pues las fiestas de Posidón se observan también en ese día del mes, porque siendo el ocho el primer cubo de un número par, representa el poder inquebrantable de Posidón.

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1. Menesteo el erectida, que es elogiado en la Ilíada ii.552 y ss. por su excepcional capacidad militar, y reinó en Atenas durante los cuatro años de ausencia de Teseo en el Tártaro, parece haber sido su mellizo y co-rey mortal, el equivalente del lapita Pirítoo. Aquí aparece como un prototipo de los demagogos atenienses, quienes, durante el transcurso de la guerra peloponense, favorecieron la paz con Esparta a cualquier precio; pero el mitógrafo, aunque lamenta su táctica, cuida de no ofender a los Dióscuros, a quienes los navegantes atenienses pedían ayuda cuando los ponían en peligro las tormentas.
2. El tema del pharmacos emplumado reaparece en los nombres del padre y el abuelo de Menesteo, y en la muerte del propio Teseo. Ésta se produjo en la isla de Esciros («pedregosa»), nombre que se escribe también Sciros, lo que indica que en la ilustración gráfica de la que se ha deducido la fábula la palabra scir (forma abreviada de Scirophoria, que explica por qué el rey es arrojado desde un risco) ha sido tomada equivocadamente por el nombre de la isla. Si es así, Licomedes sería la víctima; el suyo era un nombre ateniense común. Parece que originariamente se ofrecían sacrificios a la diosa Luna en el octavo día de cada lunación, cuando entraba en su segunda fase, que era el momento del mes oportuno para la plantación; pero cuando Posidón se casó con ella y se apropió de su culto, el mes se convirtió en un periodo solar que ya no estaba vinculado con la luna.
3. La importancia mítica de Maratón («hinojo») reside en el uso que se hacía de los tallos de hinojo para llevar el nuevo fuego sagrado desde un fogón central a los particulares (véase 39.g) después de su extinción anual (véase 149.3).
4. Antes de terminar con la historia de Teseo permítaseme que agregue otra nota sobre el jarrón de Tragliatella (véase 98.3), en el que aparecen el rey sagrado y su sucesor escapando de un laberinto. Ahora ya he visto la pintura del otro lado de este jarrón, que tiene un interés extraordinario como el prólogo de esa escapatoria: ilustra un desfile a pie en la dirección del sol encabezada por el rey sagrado desarmado. Siete hombres le escoltan y cada uno de ellos lleva tres jabalinas y un gran escudo con el dibujo de un jabalí, y el sucesor armado con una lanza va a la retaguardia. Esos siete hombres representan, evidentemente, los siete meses gobernados por el sucesor, que caen entre la cosecha de manzanas y la Pascua de Resurrección, y el jabalí es su insignia familiar (véase 18.7). La escena tiene lugar el día de la muerte ritual del rey, y la diosa Luna (Pasífae, véase 88.7) ha salido a su encuentro: una terrible figura con túnica y con un brazo en jarras, amenazante. Con el otro brazo extendido le ofrece una manzana, que es su pasaporte para el Paraíso; y las tres jabalinas que lleva cada hombre significan la muerte. Sin embargo, al rey le acompaña una pequeña figura femenina con túnica como la otra; podemos decir que es la princesa Ariadna (véase 98.k), que ayudó a Teseo a salir del laberinto mortal en Cnosos. Y él muestra audazmente, como un contra-hechizo de la manzana, un huevo de Pascua, el huevo de la resurrección. La Pascua era la estación en que se realizaban las danzas de la ciudad de Troya en los laberintos hechos sobre el césped en Gran Bretaña, y también en Etruria. Un huevo sagrado etrusco de traquita negra pulimentada, encontrado en Perusa, con una flecha en relieve a su alrededor, es este mismo huevo sagrado.

103 Teseo en el Táartaro

a. Después de la muerte de Hipodamía, Pirítoo indujo a Teseo, cuya esposa Fedra se había ahorcado recientemente, a hacer una visita a Esparta en su compañía y llevarse a Helena, hermana de Castor y Pólux, los Dioscuros, con quienes ambos deseaban relacionarse mediante el matrimonio. Donde se halla ahora el templo de Serapis en Atenas juraron ayudarse mutuamente en esa empresa peligrosa, sortear a Helena cuando la hubieran conquistado y luego a otra de las hijas de Zeus para el perdedor, cualquiera que fuera el peligro.
b. Una vez que decidieron eso, condujeron un ejército a Lacedemonia; luego, cabalgando al frente de la fuerza principal, se apoderaron de Helena mientras ésta ofrecía un sacrificio en el templo de Ártemis Erguida en Esparta y se alejaron al galope con ella. Pronto dejaron atrás a sus perseguidores y se zafaron de ellos en Tegea, donde, como habían convenido, echaron suertes por Helena, y Teseo resultó el ganador. Preveía, no obstante, que los atenienses no aprobarían de modo alguno que hubiese provocado una pendencia de ese modo con los temibles Dioscuros, y por lo tanto envió a Helena, que todavía no era núbil —tenía doce años o, según dicen algunos, era todavía más joven— a la aldea ática de Afidna, donde encargó a su amigo Afidno que la guardara con la mayor atención y secreto. Etra, la madre de Teseo, acompañó a Helena y la cuidó bien. Algunos tratan de disculpar a Teseo relatando que fueron Idas y Linceo quienes robaron a Helena y luego la confiaron a la protección de Teseo, en venganza por el rapto de las Leucípides, por los Dioscuros. Otros explican que el propio padre de Helena, Tindáreo, la confió a Teseo al saber que su sobrino Enaróforo, hijo de Hipocoonte, se proponía raptarla.
c. Pasaron algunos años, y cuando Helena tuvo ya la edad suficiente para que Teseo se casara con ella, Pirítoo le recordó el pacto. Consultaron juntos a un oráculo de Zeus, al que habían invocado para que fuese testigo de su juramento, y su respuesta irónica fue la siguiente: «¿Por qué no vais al Tártaro y pedís que Perséfone, la esposa de Hades, sea la novia de Pirítoo? Es la más noble de mis hijas.» Teseo se escandalizó cuando Pirítoo, que tomó en serio esa sugestión, le obligó a mantener su juramento, pero no se atrevió a negarse a ir y poco después descendieron, espada en mano, al Tártaro. Eludiendo el paso a través del Lete, eligieron el camino trasero, la entrada del cual está en una caverna del Ténaro laconio, y no tardaron en llamar a las puertas del palacio de Hades. Hades escuchó con calma su insolente ruego y, fingiendo hospitalidad, les invitó a sentarse. Sin recelar nada, se sentaron en el asiento que él les ofreció, pero resultó ser la Silla del Olvido que se convirtió inmediatamente en parte de ellos mismos, de modo que no podían levantarse sin mutilarse a sí mismos. Unas serpientes enroscadas silbaban a su alrededor, y entre tanto les azotaban las Furias y les mordían los dientes de Cerbero, mientras Hades les contemplaba sonriendo torvamente.
d. Así siguieron atormentados durante cuatro años enteros, hasta que Heracles, que fue por orden de Euristeo en busca de Cerbero, les reconoció al ver cómo le tendían en silencio las manos suplicando su ayuda. Perséfone recibió a Heracles como a un hermano y le permitió bondadosamente que pusiera en libertad a los malhechores y los llevara de vuelta al aire superior, si podía. Inmediatamente Heracles asió a Teseo por ambas manos y lo levantó con fuerza gigantesca, hasta que, con un ruido desgarrante, lo liberó de su asiento, pero un buen trozo de su carne quedó pegada a la roca, que es por lo que los descendientes atenienses de Teseo tienen unos traseros tan absurdamente pequeños. Luego asió las manos de Pirítoo, pero la tierra tembló amenazadora y desistió. Después de todo, Pirítoo había sido el inspirador de aquella empresa impía.
e. Según algunos relatos, no obstante, Heracles puso en libertad a Pirítoo lo mismo que a Teseo; en tanto que, según otros, no liberó a ninguno de los dos, sino que dejó a Teseo encadenado para siempre en un asiento ígneo, y a Pirítoo acostado junto a Ixión en un lecho dorado, y ante sus miradas famélicas presentan banquetes magníficos que la mayor de las Furias les arrebata constantemente. Incluso se ha dicho que Teseo y Pirítoo nunca fueron al Tártaro, sino sólo a una ciudad tesprotia o molosia llamada Cíquiro, cuyo rey Aidoneo, al descubrir que Pirítoo se proponía raptar a su esposa, lo arrojó a una jauría de perros y encerró a Teseo en un calabozo, del que Heracles lo sacó más tarde.

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1. A los héroes principales de varias mitologías se les atribuye haber perturbado el Infierno: Teseo, Heracles (véase 134.c), Dioniso (véase 170.m) y Orfeo (véase 28.c) en Grecia; Bel y Marduk en Babilonia (véase 71.1); Eneas en Italia; Cuchulain en Irlanda; Arturo, Gwydion y Amathaon en Britania; y Ogier el danés en Bretaña. El origen del mito parece ser una muerte provisional que el rey sagrado simulaba sufrir al final de su reinado normal, mientras un muchacho, interrex ocupaba su lugar durante un solo día, eludiendo así la ley que le prohibía extender su plazo más allá de los trece meses de un año solar (véase 7.1, 41.1, 123.4, etcétera).
2. Bel, y su sucesor Marduk, pasaron su período de abdicación luchando con el monstruo marino Tiamat, una encarnación, de la diosa Mar Ishtar que envió el Diluvio (véase 73.7); como los reyes irlandeses de la antigüedad, de los que se dice que salieron a librar batalla con las rompientes atlánticas, parecen haberse ahogado ceremonialmente. En un vaso Etrusco se ve al rey moribundo, al que se llama Jasón, (véase 148.4) en las fauces de un monstruo marino; de aquí ha sido deducida, al parecer, la anécdota moral de Jonas y la ballena; Jonas es Marduk.
3. Los autógrafos atenienses han conseguido disimular la enconada rivalidad entre Teseo y su mellizo suplente Pirítoo (véase 95.2) por los favores de la diosa de la Muerte-en-Vida —que aparece en el mito como Helena (véase 62.3) y Perséfone—, presentándolo como una fiel pareja real que, como Castor y Pólux, hicieron una incursión amatoria en una ciudad vecina (véase 74.c), y uno de los cuales quedaba eximido de la muerte, porque podía pretender un nacimiento divino. Idas y Linceo, una pareja de mellizos análoga, han sido introducidos en la fábula para destacar este punto. Pero el nombre de Pirítoo, «el que da vueltas», indica que era un rey sagrado por derecho propio, y en la pintura de un vaso de la Baja Italia se le ve ascendiendo al aire superior y despidiéndose de Teseo, quien se queda junto a la diosa de la Justicia, como si Teseo fuera solamente su heredero.
4. El rapto de Helena durante el sacrificio recuerda el de Oritía por Bóreas (véase 48.a), y se puede haber deducido de la misma pintura, que representaba las orgías eróticas en las Tesmoforias atenienses. Es posible, por supuesto, que un templo de la diosa ática Helena en Afidna contuviera una imagen u otro objeto de culto robado por los atenienses a su equivalente laconia —si la visita al Tártaro es un duplicado de la fábula, pueden haber hecho una incursión marítima en Ténaro— y que luego fuera recuperado por los espartanos.
5. Los cuatro años que estuvo Teseo en el Tártaro son el período habitual durante el cual un rey sagrado cedía su lugar al heredero; luego se instalaba un nuevo rey sagrado, Teseo redivivas. Los atenienses hicieron la tentativa de elevar a su héroe nacional a la categoría de dios olímpico, cómo Dioniso y Heracles, afirmando que había eludido la muerte; pero sus enemigos los peloponenses se opusieron con buen éxito a esa pretensión. Algunos insistían en que no había escapado a la muerte, sino que le habían castigado eternamente por su insolencia, como a Ixión y Sísifo. Otros interpretaban racionalmente la fábula, diciendo que había ido a Ciquiro y no al Tártaro, y se tomaban la molestia de explicar que Pirítoo no había sido mordido por Cerbero, sino por perros molosios, los mayores y más feroces de Grecia. La concesión más generosa que se hacía al mito ateniense era que Teseo, puesto en libertad bajo fianza tras una estada humillante en la Silla del Olvido (véase 37.2), había transferido apologéticamente la mayoría de sus templos y altares a Heracles el Salvador, cuyos trabajos y sufrimientos imitaba.
6. Sin embargo, Teseo era un héroe de alguna importancia y hay que reconocerle el mérito de haber visitado el Infierno, en el sentido de que penetró hasta el centro del laberinto cretense, donde le esperaba la Muerte, y salió de él sin que le hubiera ocurrido nada malo. Si los atenienses hubiesen sido tan poderosos en tierra como lo eran en el mar, sin duda habría llegado a ser un olímpico o, al menos, un semidiós nacional. La fuente central de esta hostilidad a Teseo era probablemente Delfos, cuyo oráculo de Apolo estaba notoriamente al servicio de los espartanos en su lucha contra Atenas.

102 Lapitas y centauros

a. Algunos dicen que el lapita Pirítoo era hijo de Ixión y Día, hija de Deyoneo; otros, que era hijo de Zeus, quien, transformado en caballo semental, corrió alrededor de Día antes de seducirla.
b. Informes casi increíbles acerca de la fuerza y el valor de Teseo habían llegado a Pirítoo, quien gobernaba a los magnetes, en la desembocadura del río Peneo, y un día resolvió poner a prueba esas cualidades haciendo una incursión en el Ática y llevándose el ganado que pacía en Maratón. Teseo le persiguió inmediatamente y entonces, Pirítoo se volvió con audacia y le hizo frente, pero cada uno de ellos sintió tal admiración por la nobleza y el aspecto del otro que olvidaron el ganado y se juraron una amistad eterna.
c. Pirítoo se casó con Hipodamia, o Deidamía, hija de Butes —o, según dicen algunos, de Adrasto— e invitó a todos los olímpicos a su boda, excepto a Ares y Ende, pues recordaba el daño que Éride había causado en el casamiento de Peleo y Tetis. Como llegaron al palacio de Pirítoo más huéspedes de los que podía contener, sus primos los Centauros, juntamente con Néstor, Ceneo y otros príncipes tesalios, se sentaron a las mesas en una vasta cueva cercana sombreada por árboles.
d. Pero los Centauros no estaban acostumbrados a beber vino y cuando olieron su fragancia rechazaron la leche agria que les habían puesto delante y corrieron a llenar sus cuerpos de plata con vino sacado de los odres. En su ignorancia bebieron el licor fuerte sin mezclarlo con agua y se emborracharon de tal modo que cuando la novia fue con su acompañamiento a la cueva para saludarles, Eurito, o Euritión, se levantó de un salto de su asiento, derribó la mesa y la sacó de la cueva arrastrándola por el cabello. Inmediatamente los otros Centauros siguieron su ejemplo vergonzoso y montaron lascivamente a las mujeres y los muchachos más cercanos.
e. Pirítoo y su paraninfo Teseo corrieron a salvar a Hipodamía, le cortaron a Euritión las orejas y la nariz y, con la ayuda de los lapitas, lo arrojaron de la caverna. La lucha que siguió, durante la cual fue muerto el lapita Ceneo, duró hasta el anochecer; y así comenzó la larga enemistad entre los Centauros y sus vecinos los lapitas, dirigida por Ares y Éride en venganza por el desaire que se les había hecho.
f. En esta ocasión los Centauros sufrieron un serio revés y Teseo los echó desde sus antiguos campos de caza en el monte Pelión hasta la tierra de los eticios en las cercanías del monte Pindó. Pero no fue una tarea fácil dominar a los Centauros, quienes ya habían disputado el reino de Ixión con Pirítoo y que en esta ocasión reunieron sus fuerzas e invadieron el territorio lapita. Sorprendieron y destruyeron el principal ejército lapita, y cuando los sobrevivientes huyeron a Foloe en Elide, los vengativos Centauros los expulsaron y convirtieron a Foloe en una plaza fuerte propia. Finalmente los lapitas se establecieron en Malea.
g. Fue durante la campaña de Teseo contra los Centauros cuando volvió a encontrarse con Heracles por primera vez desde su infancia; y poco después le inició en los misterios de Deméter en Eleusis.

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1.  Tanto los lapitas como los centauros pretendían descender de Ixión, un héroe-roble, y tenían en común el culto del caballo (véase 63.a y b). Eran tribus montañesas primitivas de la Grecia septentrional y los helenos aprovecharon su antigua rivalidad aliándose primeramente con unos y luego con los otros (véase 35.2, 78.1 y 81.3). Centauro y lapita pueden ser palabras itálicas: centuria, «grupo militar de cien hombres», y lapicidae, «desmenuzadores de pedernal?. (La etimología clásica habitual es, respectivamente, de centtauroi, «los que alancean toros», y lapizein, «fanfarronear».) Estos montañeses parecen haber practicado orgías eróticas, con lo que ganaron una reputación de promiscuidad entre los helenos monógamos; miembros de su raza neolítica sobrevivieron en las montañas de Arcadia y en el monte Pindó, hasta la época clásica y vestigios de su idioma pre-heleno se encuentran en la Albania moderna.
2. Sin embargo, es improbable que la batalla entre lapitas y centauros —representada en el frontón del templo de Zeus en Olimpia (Pausanias: 1.10.2); en el templete de Teseo en Atenas (Pausanias: 1.17.2) y en la égida de Atenea (Pausanias: i.28.2)— se refiera a una simple lucha entre tribus fronterizas. Estando relacionada con una fiesta nupcial regia patrocinada por los dioses y a la que asistió Teseo con su piel de león, tenía que describir un acontecimiento ritual que interesaba íntimamente a todos los helenos. Heracles con la piel de león luchó también con los Centauros en un festival análogo (véase 126.2). Hornero los llama «fieras velludas», y puesto que no se diferencian de los sátiros en las pinturas de las ánforas griegas primitivas, la ilustración representa probablemente a un rey recién instalado —no importa quién— combatiendo con bailarines disfrazados de animales; acontecimiento que, según demuestra A. C. Hocart, en su Kinship, era parte integrante de la antigua ceremonia de la coronación. Euritión desempeña el papel clásico de intruso (véase 142.5).
3. Si Ixión o Zeus era el padre de Pirítoo dependía del derecho de Ixión a llamarse a sí mismo Zeus. El mito de su paternidad ha sido deducido evidentemente de una ilustración en la que aparecía una sacerdotisa de Tetis-Dia, hija de Deyoneo, «la hija divina de la costa») con el cabestro en la mano, animando al candidato a la dignidad de rey a dominar al caballo salvaje (véase 75.3). El nombre de Hipodamía («domadora de caballos») se refiere a la misma ilustración. Zeus, disfrazado de semental, «corría alrededor» de Dia, porque ese es el significado del nombre Pirítoo; e Ixión, como el dios Sol, con los miembros extendidos sobre su rueda de fuego, daba vueltas alrededor del firmamento (véase 63.2).

101 Fedra e Hipólito

a. Después de casarse con Fedra, Teseo envió a su hijo bastardo Hipólito a Piteo, quien lo adoptó como su heredero en el trono de Trecén. Así Hipólito no tenía motivo para disputar el derecho de sus hermanos legítimos Acamante y Demofonte, hijos de Fedra, a reinar en Atenas.
b. Hipólito, que había heredado de su madre Antíope la devoción exclusiva a la casta Artemis, erigió un nuevo templo a la diosa en Trecén, no lejos del teatro. Inmediatamente Afrodita decidió castigarle por lo que tomó como un insulto a su persona y se encargó de que cuando Hipólito asistiera a los misterios eleusinos, Fedra se enamorase apasionadamente de él. Él se presentó vestido con túnica de lino blanco y el cabello enguirnaldado, y aunque sus facciones tenían una expresión dura, a ella le parecieron admirablemente severas.
c. Como en ese momento Teseo se hallaba en Tesalia con Pirítoo, o quizás en el Tártaro, Fedra siguió a Hipólito a Trecén. Allí erigió el Templo de Afrodita Atisbadora que dominaba el gimnasio, y desde él observaba diariamente a escondidas mientras Hipólito se ejercitaba en la carrera, el salto y el pugilato completamente desnudo. Un antiguo mirto se alzaba en el recinto del templo y Fedra punzaba sus hojas, impulsada por su pasión frustrada, con una horquilla enjoyada, y todavía están muy perforadas. Cuando más tarde Hipólito asistió al Festival Panateneo y se alojó en el palacio de Teseo, Fedra utilizó el templo de Afrodita en la Acrópolis con el mismo propósito.
d. Fedra no reveló a nadie su deseo incestuoso, pero comía poco, dormía mal y se puso tan débil que finalmente su vieja nodriza sospechó la verdad y le suplicó oficiosamente que enviara una carta a Hipólito. Fedra lo hizo; en ella confesaba su amor y decía que había adoptado el culto de Ártemis, cuyas dos imágenes de madera, llevadas de Creta, acababa de volver a dedicar a la diosa. Le invitaba a que fuese a cazar un día. «Nosotras, las mujeres de la Casa Real de Creta —decía— estamos sin duda destinadas a ser deshonradas en el amor: lo atestiguan mi abuela Europa, mi madre Pasífae y finalmente mi hermana Ariadna. ¡Ah, desdichada Ariadna, abandonada por tu padre, el infiel Teseo, que desde entonces ha asesinado a tu regia madre —¿por qué las Furias no te han castigado por mostrar semejante indiferencia tan poco filial por su suerte?— y un día me asesinará a mí! Cuento contigo para que te vengues de él rindiendo homenaje a Afrodita en mi compañía. ¿No podríamos irnos y vivir juntos, por lo menos un tiempo, excusándonos con una expedición de caza? Entretanto, nadie puede sospechar nuestros verdaderos sentimientos mutuos. Ya estamos alojados bajo el mismo techo y nuestro afecto se considerará inocente, e incluso digno de elogio.».
e. Hipólito quemó esa carta horrorizado y fue a la habitación de Fedra para reprochársela, pero ella se rasgó la ropa, abrió las puertas de la habitación y gritó: «¡Socorro, socorro, me violan!» Luego se colgó del dintel y dejó una nota acusando a Hipólito de delitos monstruosos.
f.  Cuando Teseo recibió la nota maldijo a Hipólito y ordenó que saliera de Atenas inmediatamente para no volver más. Luego recordó los tres deseos que le había concedido su padre Posidón y pidió encarecidamente que Hipólito muriese ese mismo día. «Padre —suplicó—, haz que una fiera le salga al paso a Hipólito mientras : se dirige hacia Trecén.»
g. Hipólito había salido de Atenas a toda velocidad. Cuando pasaba por la parte estrecha del Istmo una ola gigantesca, que cubrió incluso la Roca Moluria, se lanzó rugiendo hacia la costa, y de su cresta surgió un gran lobo marino (o, según dicen algunos, un toro blanco) que bramaba y arrojaba agua. Los cuatro caballos del carro de Hipólito se desviaron hacia el risco, enloquecidos de terror, pero como Hipólito era un auriga experto, impidió que se precipitaran por el borde. Entonces el animal corrió amenazadoramente tras el carro e Hipólito no pudo conseguir que sus caballos avanzaran en línea recta. No lejos del templo de Ártemis Saronica se alza todavía un olivo silvestre llamado el Rhachos Retorcido —rhachos es el nombre que dan los trecenios al olivo estéril— y fue a una rama de ese árbol a la que se engancharon las riendas de Hipólito. Su carro fue a dar de costado contra un montón de piedras y se despedazó. Hipólito, enredado en las riendas y lanzado primeramente contra el tronco del árbol y luego contra las piedras, murió arrastrado por sus caballos, mientras su perseguidor desaparecía.
h. Algunos dicen, aunque éste es un relato improbable, que Ártemis le dijo a Teseo la verdad y lo llevó en un abrir y cerrar de ojos a Trecén, adonde llegó a tiempo para reconciliarse con su hijo moribundo; y que se vengó de Afrodita procurando la muerte de Adonis. Pero es seguro que ordenó a los trecenios que rindieran a Hipólito honores divinos, y que desde entonces todas las novias trecenias se cortaran un bucle del cabello y se lo dedicaran. Fue Diómedes quien dedicó el antiguo templo y la imagen de Hipólito en Trecén y el primero que le ofreció su sacrificio anual. Tanto la tumba de Fedra como la de Hipólito, la segunda un montículo de tierra, se ven en el recinto de ese templo, cerca del mirto con las hojas picadas.
i. Los propios trecenios niegan que Hipólito fuese arrastrado por los caballos e incluso que esté enterrado en su templo, y no quieren revelar el paradero de su verdadera tumba. Sin embargo, dicen que los dioses lo pusieron entre las estrellas como el Auriga.
j. Los atenienses erigieron un túmulo en memoria de Hipólito junto al templo de Temis, porque su muerte había sido causada por maldiciones. Algunos dicen que Teseo, acusado de su muerte, fue declarado culpable, condenado al ostracismo y desterrado a Esciros, donde terminó su vida en deshonra y dolor. Pero se cree más generalmente que su caída se debió a una tentativa de violar a Perséfone.
k. El ánima de Hipólito descendió al Tártaro, y Ártemis, muy indignada, pidió a Asclepio que resucitara su cuerpo. Asclepio abrió las puertas del armario del marfil donde tenía sus medicinas y tomó la hierba con la que había resucitado el cretense Glauco. Tocó con ella tres veces el pecho de Hipólito, repitiendo ciertos encantamientos, y al tercer toque el difunto levantó la cabeza de la tierra. Pero Hades y las Tres Parcas, escandalizados por esta violación de su privilegio, convencieron a Zeus para que matara a Asclepio con un rayo.
l. Los latinos dicen que entonces Ártemis envolvió a Hipólito en una nube densa, lo disfrazó de anciano y le modificó las facciones. Después de vacilar entre Creta y Délos como lugares más adecuados para ocultarlo, lo llevó a su bosquecillo sagrado en la italiana Aricia. Allí, con su consentimiento, Hipólito se casó con la ninfa Egeria, y todavía vive junto al lago entre espesos encinares, rodeado de precipicios escarpados. Para que no recordara su muerte, Ártemis le cambió el nombre por el de Virbio, que significa vir bis, o «dos veces hombre» y no se admiten caballos en la vecindad. El sacerdocio de Ártemis Aricia sólo es accesible para esclavos fugitivos. En el bosquecillo hay un viejo roble cuyas ramas no se pueden romper, pero si un esclavo se atreve a hacerlo, el sacerdote, que ha matado a su predecesor y por lo tanto vive temiendo a cada hora la muerte, tiene que luchar con él, espada contra espada, por el sacerdocio. Los aricios dicen que Teseo rogó a Hipólito que se quedara con él en Atenas, pero él no quiso.
m. En el templo de Asclepio en Epidauro una tablilla constata que Hipólito le dedicó veinte caballos en agradecimiento por haberlo resucitado

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1. El episodio del amor incestuoso de Fedra por Hipólito, como el de la mujer de Putifar y su amor adúltero por José (véase 75.1), está tomado del Cuento de los dos hermanos egipcio o de una fuente cananea común. Su secuela se basa en la conocida ilustración gráfica en la que aparece el choque del carro al final del reinado del rey sagrado (véase 71.1). Si, como en la Irlanda antigua, un rugido profetice del mar en noviembre advertía al rey que se acercaba su hora, esta advertencia estaría representada como un toro, o una foca, posado con la boca abierta en la cresta de una ola. Las riendas de Hipólito pueden haberse trabado en el mirto más bien que en el olivo de aspecto siniestro asociado más tarde con el choque; precisamente en el mirto que se alzaba cerca del templete de su héroe y que era famoso por sus hojas perforadas. El  mirto simbolizaba el último mes del reinado del rey sagrado, como aparece en la fábula del choque del carro de Enómao (véase 109.j), en tanto que el olivo silvestre simbolizaba el primer mes del reinado de su sucesor. Vir bis es una falsa derivación de Virbio, el cual parece representar la griega hierobios («vida santa»), pues la h se convierte con frecuencia en v, como en Hestia y Vesta, o Hésperos y Vesper. En The Golden Bough Sir James Frazer ha demostrado que el ramo que el sacerdote guardaba tan celosamente era de muérdago; y es probable que Glauco, hijo de Minos (véase 90.c), a quien se ha confundido con Glauco hijo de Sísifo (véase 71.a), resucitara por medio del muérdago. Aunque el culto pre-heleno del muérdago y el roble había sido suprimido en Grecia (véase 50.2), un sacerdote refugiado del Istmo bien puede haberlo llevado a Aricia. El nombre de Egeria muestra que era una diosa-muerta que vivía en un bosquecillo de álamos negros (véase 51.7 y 170.1),
2. La ofrenda de un bucle por las novias a Hipólito tiene que ser una innovación patriarcal, quizá con el propósito de privar a las mujeres de poder mágico residente en su cabello, así como a las mujeres mahometanas se las afeita al casarse.
3. La ocultación de la tumba de Hipólito tiene sus análogas en las fábulas de Sísifo y Neleo (véase 67.3), lo que indica que fue enterrado en algún punto estratégico del Istmo.

100 Teseo y las amazonas

a. Algunos dicen que Teseo tomó parte en la afortunada expedición de Heracles contra las Amazonas y recibió como su parte en el botín a su reina Antíope, llamada también Melanipa; pero que este no fue un destino tan desdichado para ella, como pensaban muchos, pues le había entregado la ciudad de Temiscira sobre el río Termodón, en prueba de la pasión que él había encendido ya en su corazón.
b. Otros dicen que Teseo fue al país de las Amazonas algunos años más tarde, en compañía de Pirítoo y sus camaradas, y que las Amazonas, complacidas por la llegada de tantos guerreros apuestos, no les hicieron resistencia. Antíope salió a recibir a Teseo con regalos, pero tan pronto como subió a bordo de su nave, Teseo ordenó levar, anclas y la raptó. Otros más dicen que Teseo permaneció algún tiempo en Amazonia y agasajó a Antíope como su, invitada. Añaden que entre sus compañeros se hallaban tres hermanos atenienses, Euneo, Tóloas y Solunte, el último de los cuales se enamoró de Antípode, pero como no se atrevía a cortejarla directamente, pidió a Euneo que defendiera su causa. Antíope rechazó esos requerimientos, pero siguió tratando a Solunte con la misma cortesía que anteriormente, hasta que él se arrojó al río Termodonte y se ahogó Teseo no se enteró de  lo  que había sucedido y eso le afligió mucho. Recordando una advertencia que le  había hecho el oráculo de Delfos en el sentido de que si alguna vez se sentía afligido en un país extraño debía fundar una ciudad y dejar en ella a algunos de sus compañeros para que la gobernasen, construyó Pitópolis, en honor de Apolo Pitio, y al río cercano le dio el nombre de Solunte. Dejó allí a Eunéo, Tóloas y un tal Hermo, noble ateniense a cuya primera residencia en Pitópolis se le llama ahora equivocadamente «Casa de Hermes». Luego se hizo a la mar con Antíope.
c. La hermana de Antíope, Oritia, confundida por algunos con Hipólita, cuyo ceñidor obtuvo Heracles, juró vengarse de Teseo. Concluyó una alianza con los escitas y condujo una gran fuerza de amazonas a través del hielo del Bósforo Cimerio, cruzó el Danubio y pasó por Tracia, Tesalia y Beocia. En Atenas acampó en el Areópago e hizo un sacrificio a Ares, acontecimiento por el que, según dicen algunos, recibió ese nombre la colina; pero primeramente ordenó que un destacamento invadiera Laconia y disuadiera a los peloponeses de enviar refuerzos a Teseo por el istmo.
d. Las fuerzas atenienses estaban ya formadas, pero ninguna de las dos partes se decidía a iniciar las hostilidades. Al fin, por consejo de un Oráculo, Teseo sacrificó a Fobo, hijo de Ares, y presentó batalla el día 7 del mes de Boedromión, fecha en que se celebran en Atenas los sacrificios llamados Boedromios; aunque algunos dicen que el festival ya había sido fundado en honor de la victoria que obtuvo Juto contra Eumolpo en el reinado de Erecteo. El frente de batalla de las Amazonas se extendía entre el lugar llamado ahora Amazonio y el Pnix, cerca de Crisa, El ala derecha de Teseo descendió desde el Museo y cayó sobre el ala izquierda enemiga, pero fue derrotada y tuvo que retirarse hasta el Templo de las Furias. Recuerda este episodio una piedra erigida al jefe local Calcodomte en una calle a cuyos lados se hallan las tumbas de los que murieron en el combate y que ahora lleva su nombre. Pero el ala izquierda ateniense atacó desde el Paladio, el monte Árdelo y el Liceo y obligó al ala derecha de las Amazonas a retirarse a su campamento, infligiéndoles muchas bajas.
e. Algunos dicen que las Amazonas ofrecieron la paz sólo tras cuatro meses de dura lucha; el armisticio, jurado cerca del templo de Teseo, es conmemorado todavía con el sacrificio amazónico que se realiza en la víspera de su festival. Pero otros dicen que Antíope, ahora esposa de Teseo, peleó heroicamente a su lado, hasta que la mató una flecha disparada por una tal Molpadia, a la que Teseo dio muerte luego; que Oritía, con unas pocas compañeras, huyó a Megara, donde murió de pena y desesperación; y que las demás Amazonas, arrojadas del Ática por el victorioso Teseo  se establecieron en Escitia.
f. En todo caso, ésta fue la primera vez que los atenienses rechazaron a invasores extranjeros. Algunas amazonas que quedaron heridas en el campo de batalla fueron enviadas a Caléis para que las curaran. Antíope y Molpadia están enterradas en las cercanías del templo de la Madre Tierra, y una columna de barro señala la tumba de Antíope. Otras yacen en el Amazonio. Las Amazonas que cayeron cuando cruzaban la Tesalia están enterradas entre Escotusia y los Cinocéfalos, y unas pocas más cerca de Queronea, junto al río Hemón. En la región pírrica de Laconia unos altares señalan el lugar donde las Amazonas detuvieron su avance y dedicaron dos imágenes de madera a Artemis y Apolo; y en Trecén un templo de Ares conmemora la victoria de Teseo sobre este destacamento cuando trató de abrirse paso por el istmo a su regreso.
g. Según un relato, las Amazonas entraron en Tracia por Frigia y no por Escitia, y fundaron el templo de Artemis Efesia mientras marchaban a lo largo de la costa. Según otro, se habían refugiado en ese templo en dos ocasiones anteriores, a saber, en su huida de Dioniso y después de haber vencido Heracles a la reina Hipólita; y sus verdaderos fundadores fueron Creso y Éfeso.
h. La verdad respecto a Antíope parece ser que sobrevivió a esa batalla y que finalmente Teseo se vio obligado a matarla, tal como había predicho el oráculo de Delfos, cuando se alió con el rey Deucalión de Creta y se casó con su hija Fedra. La celosa Antíope, que no era su esposa legal, interrumpió las fiestas nupciales irrumpiendo en ellas completamente armada y amenazando con dar muerte a los invitados. Teseo y sus compañeros se apresuraron a cerrar las puertas y la mataron en un horrendo combate, aunque ella le había dado a él un hijo, Hipólito, llamado también Demofonte, y nunca había yacido con otro hombre[8].

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1. «Amazonas», derivada habitualmente de a y mazon, «sin pechos», porque se creía que se cortaban un pecho para poder disparar mejor las flechas (pero esta idea es fantástica), parece ser una palabra armenia que significa «mujerés-luna». Como las sacerdotisas de la diosa Luna en las costas del sudeste del Mar negro llevaban armas, como lo hacían también en el golfo de Sirte en Libia (véase 8.1), parece que los relatos que de ellas hacían los viajeros a su regreso crearon confusión en la interpretación de ciertas imágenes atenienses antiguas que representaban a mujeres guerreras, y dieron origen a la fábula ática de una invasión amazónica desde el río Termodonte. Esas imágenes, que existían en la época clásica en el escabel del trono de Zeus en Olimpia (Pausanias: v11.2), en el escudo de Atenea, en el templete de Teseo, en la pared central del peristilo pintado de Atenas (Pausanias: i.15.2) y en otras partes (Pausanias: i.17.1), representaban, o bien la lucha entre las sacerdotisas pre-helenas de Atenea por el puesto de suma sacerdotisa, o bien una invasión helena del Ática y la resistencia que éstas opusieron. Sin duda había también sacerdotisas armadas en Éfeso —colonia minoica, como indica el nombre del fundador: Creso («Cretense»)— y en todas las ciudades donde había tumbas de Amazonas. Orina, o Hipólita, se supone que se desvió varios centenares de millas de su camino a través de Escitia, probablemente porque el Bósforo Cimerio —Crimea— era la sede del salvaje culto taurino de Artemis en el que la sacerdotisa sacrificaba víctimas masculinas (véase 116.2).
2. La interrupción de la boda de Fedra por Antíope puede haber sido deducida de una ilustración en la que aparecía el conquistador heleno a punto de violar a la suma sacerdotisa después de haber dado muerte a sus compañeras. Antíope no era la esposa legal de Teseo porque pertenecía a una sociedad que se resistía a la monogamia (véase 131.J). Los nombres de Melanipa e Hipólito asocian a las Amazonas con el culto del caballo pre-heleno (véase 43.2). El nombre de Solunte («peso en forma de huevo») puede derivarse de una competencia para levantar pesos en los juegos fúnebres que se celebraban en la colonia griega de Pitópolis, llamada así por la serpiente oracular de su heroico fundador; parece haber sido costumbre allí arrojar víctimas humanas al río Termodonte. Las Boedromias («corriendo en busca de ayuda») eran un festival de Artemis acerca del cual se sabe poco: quizás intervenían en él sacerdotisas armadas, como en el festival argivo de las Hibrísticas (véase 160.5).

99 La federalización de Ática

a. Cuando Teseo sucedió a su padre Egeo en el trono de Atenas reforzó su soberanía ejecutando a casi todos sus adversarios, con excepción de Palante y el resto de sus cincuenta hijos. Algunos años después dio muerte también a éstos como medida de precaución, y, cuando se le acusó de homicidio ante el tribunal de Apolo el Delfín, alegó el pretexto sin precedentes de «homicidio justificable», lo que le valió la absolución. Le purificaron de la sangre derramada en Trecén, donde reinaba su hijo Hipólito, y pasó allí un año entero. A su regreso sospechó que un hermanastro, llamado también Palante, le era desleal y lo desterró inmediatamente. Palante fundó luego Palantio en la Arcadia, aunque algunos dicen que lo había hecho Palante, el hijo de Licaón, poco después del diluvio de Deucalión.
b. Teseo demostró ser un gobernante observante de la ley, e inició la política de federalización, que fue la base del posterior bienestar de Atenas. Hasta entonces Ática había estado dividida en doce comunidades, cada una de las cuales manejaba sus propios asuntos sin consultar al rey de Atenas salvo en momentos de emergencia. Los eleusinos incluso llegaron a declarar la guerra a Erecteo y abundaban otras querellas intestinas. Si esas comunidades habían de renunciar a su independencia, Teseo tenía que acercarse a cada clan y familia por turno, y eso fue lo que hizo. Encontró a los labradores acomodados y a los siervos dispuestos a obedecerle, y convenció a la mayoría de los grandes terratenientes para que aceptaran su plan prometiéndoles abolir la monarquía y sustituirla por la democracia, aunque él seguiría siendo general en jefe y juez supremo. Aquellos a quienes no convencieron los argumentos expuestos por él al menos respetaron su fuerza.
c. Así se dio a Teseo poder para disolver los gobiernos locales, después de convocar a sus delegados en Atenas, donde les proporcionó una Sala de Consejo y un Tribunal, que todavía existen hoy día. Pero se abstuvo de inmiscuirse en las leyes de la propiedad privada. Luego unió los suburbios con la ciudad propiamente dicha, que hasta entonces se componía únicamente de la Acrópolis y sus dependencias inmediatas al sur, incluyendo los antiguos templos de Zeus Olímpico, Apolo Pitio, la Madre Tierra, Dioniso de los Pantanos y el Acueducto de los Nueve Manantiales. Los atenienses todavía llaman a la Acrópolis «la ciudad».
d. Llamó cambien al día 16 del mes de Hecatombeón [julio] Día de la Federación, y organizó un festival público en honor de Atenea; en ese día se ofrece un sacrificio incruento a la Paz. Cambió el nombre de los Juegos Atenienses celebrados ese día por el de Panateneos, con lo que los abrió para todo el país de Ática; y también instituyó el culto de Afrodita Federal y de la Persuasión. Luego renunció al trono, como había prometido, y dio al Ática su nueva constitución, y bajo el mejor de los auspicios, pues el oráculo de Delfos profetizó que Atenas surcaría los mares tormentosos con la seguridad de un odre.
e. Para ampliar la ciudad todavía más, Teseo invitó a todos los extranjeros dignos a que se hicieran sus con ciudadanos. Sus heraldos, que recorrían toda Grecia, empleaban una fórmula que se utiliza todavía, a saber: «Venid acá todos, oh pueblo.» Grandes multitudes afluyeron inmediatamente a Atenas y él dividió a la población del Ática en tres clases: los eupátridas, o sea «los que merecen bien de su patria»; los georges o «labradores», y los demiurgos o «artesanos». Los eupátridas se encargaban de los asuntos religiosos, proporcionaban los magistrados, interpretaban las leyes y encarnaban la dignidad suprema; los georges cultivaban la tierra y constituían la columna vertebral del Estado; los demiurgos, con mucho la clase más numerosa, aportaban artesanos tan variados como adivinos, cirujanos, heraldos, carpinteros, escultores y reposteros. Así Teseo se convirtió en el primer rey que instituyó una república, que es por lo que Homero, en el Catálogo de las naves, llama solamente a los atenienses pueblo soberano; y su Constitución siguió en vigor hasta que se apoderaron del poder los tiranos. Sin embargo, algunos niegan que sea cierta esta tradición; dicen que Teseo siguió reinando como anteriormente y que, después de la muerte del rey Menesteo, que condujo a los atenienses contra Troya, su dinastía se mantuvo durante tres generaciones.
f. Teseo, el primer rey ateniense que acuñó dinero, imprimió en sus monedas la imagen de un toro. No se sabe si representaba al toro de Posidón o a Tauro, el general de Minos, o si simplemente con ello estimulaba la agricultura, pero su sistema monetario fue causa de que el valer legal se citase en función de «diez bueyes» o «cien bueyes», durante mucho tiempo. Emulando a Heracles, quien había designado a su padre Zeus patrono de los Juegos Olímpicos, Teseo designó a su padre Posidón patrono de los Juegos ístmicos. Hasta entonces el dios así honrado había sido Melicertes, hijo de Ino, y los juegos, que se realizaban de noche, habían sido misterios, más bien, que un espectáculo público. A continuación Teseo defendió el derecho ateniense a la soberanía de Megara, y luego reunió a los delegados del Peloponeso en el istmo y les indujo a que resolvieran una vieja disputa fronteriza con sus vecinos jonios. En un lugar aceptado por ambas partes erigió la célebre columna con una inscripción en el lado oriental que decía: «Esto no es ya el Peloponeso, sino Jonia», y otra en el lado occidental que decía: «Esto no es ya Jonia, sino el Peloponeso». También obtuvo el consentimiento de los corintios para que los atenienses ocuparan el lugar de honor en los Juegos ístmicos; ese lugar consistía en tanto terreno como el que cubría la vela de la nave que los había llevado.

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1. El elemento mítico de la fábula de Teseo se mezcla aquí con lo que pretende ser la historia constitucional de Atenas; pero la federalización del Ática está fechada con varios siglos de anticipación; y las reformas democráticas de Teseo son propaganda del siglo v, inventadas probablemente por Clístenes. Las reformas legales hechas durante la última monarquía judía fueron atribuidas de igual modo a Moisés por los redactores del Pentateuco.
2. Los bueyes constituían el patrón del valor en la antigua Grecia, Italia e Irlanda, como lo constituyen todavía en las tribus pastoriles atrasadas del África Oriental, y los atenienses no acuñaron monedas hasta cerca de quinientos años después de la guerra de Troya. Pero es cierto que en los lingotes de cobre cretenses de un peso fijo se estampaba oficialmente una cabeza de toro o un becerro recostado (Sir Arthur Evans: Minóan Weights and Médiums of Currency p. 335); y que los butades de Atenas, que parecen haber sido en gran parte responsables por la evolución del mito de Teseo, pueden, haber tenido presente esta tradición cuando acuñaron moneda en la que estaba estampada la cabeza de buey, la divisa de su clan.
3. La división del Ática en doce comunidades tiene su análoga en un arreglo parecido hecho en el delta del Nilo y, en Etruria, y en la distribución del territorio cananeo conquistado entre las doce tribus de Israel; en cada caso el número puede haber sido elegido para permitir el traspaso mensual de la monarquía de una tribu a otra. Los griegos de la edad heroica no distinguían entre asesinato y homicidio sin premeditación; en ambos casos había que pagar un precio de sangre al clan de la víctima, y el matador cambiaba luego su nombre y abandonaba la ciudad para siempre. Así Telamón y Peleo siguieron siendo muy bien considerados por los dioses después de su traicionero asesinato de Foco (véase 81.b); y Medea mató a Apsirto sin contrariar a sus nuevos súbditos corintios(véase 153a y 156a). En Atenas, no obstante, en el período clásico, el asesinato premeditado (phonos) implicaba la pena de muerte; el homicidio sin premeditación (akousia), la de destierro, y la ley obligaba al clan a inciar proceso. Phonos hekousios (homicidio justificable) y phonos akousios (homicidio excusable) eran refinamientos posteriores que probablemente introdujo Dracón en el siglo vii a. de C.; éste último sólo exigía la expiación por medio de la purificación ritual. Los mitógrafos, no han comprendido que Teseo evitó el destierro permanente por el asesinato de los Palántidas sólo exterminando a todo el clan, como hizo David con la «Casa de Saúl». Un año de ausencia en Trézena bastó para librar a la ciudad de la mancilla causada por el asesinato.

98 Teseo en Creta

a. Es materia de discusión si Medea persuadió a Egeo para que enviara a Teseo contra el feroz toro blanco de Posidón, o si fue después de la expulsión de Medea de Atenas cuando Teseo emprendió la destrucción de ese monstruo que respiraba fuego, con la esperanza de congraciarse más con los atenienses. Llevado por Heracles desde Creta, dejado en libertad en la llanura de Argos y arrojado desde allí a través del istmo hasta Maratón, el toro había matado a centenares de hombres entre las ciudades de Probalinto y Tricorinto, incluyendo, según dicen algunos a Androgeo, el hijo de Minos. Sin embargo, Teseo se asió a los cuernos mortíferos y arrastró al toro en triunfo a lo largo de las calles de Atenas, subiendo por la ladera empinada hasta la Acrópolis, donde lo sacrificó a Atenea o a Apolo.
b. Cuando se acercaba a Maratón, Teseo había sido recibido hospitalariamente por una solterona vieja y pobre llamada Hecalé, o Hecalene, quien prometió un carnero a Zeus si él volvía ileso. Pero ella murió antes de su regreso y él instituyó los ritos Hecalesios para honrarles a ella y a Zeus Hecalio, ritos que todavía se realizan. Como Teseo no era más que un niño en ese tiempo, Hecalé le había acariciado con carantoñas infantiles, y en consecuencia se la llama comúnmente con el diminutivo de Hecalene, más bien que Hecalé.
c. En compensación por la muerte de Androgeo, Minos ordenó que los atenienses enviaran siete muchachos y siete doncellas cada nueve años —es decir a la terminación de cada Gran Año— al Laberinto de Creta, donde esperaba el Minotauro para devorarlos. Este Minotauro, que se llamaba Asterio, o Asterión, era el monstruo con cabeza de toro que Pasífae había tenido con el toro blanco. Poco después de la llegada de Teseo a Atenas venció la fecha del tributo por tercera vez, y sintió tanta lástima por los padres cuyos hijos podían ser elegidos por sorteo que él mismo se ofreció como una de las víctimas, a pesar de las fervorosas tentativas que hizo Egeo para disuadirle. Pero algunos dicen que le tocó ir por sorteo. Según otros, el rey Minos fue personalmente con una gran flota a elegir las víctimas, y su mirada recayó en Teseo, quien, aunque era natural de Trecén y no de Atenas, se ofreció voluntariamente a ir, con la condición de que si vencía al Minotauro sin armas se anularía el tributo.
d. En las dos ocasiones anteriores el barco que conducía las catorce víctimas llevaba velas negras, pero Teseo confiaba en que los dioses le ayudarían, y por tanto Egeo le dio una vela blanca para que la izase a su regreso en señal de buen éxito; aunque algunos dicen que era una vela roja, teñida con jugo de coscoja.
e. Una vez realizado el sorteo en el Tribunal de Justicia, Teseo llevó a sus compañeros al Delfinio, donde hizo por ellos a Apolo la ofrenda de un ramo de olivo sagrado, coronado con una banderola de lana blanca. Las catorce madres llevaron provisiones para el viaje y relataron a sus hijos fábulas y cuentos heroicos para animarlos. Pero Teseo reemplazó a dos de las doncellas con un par de muchachos afeminados que poseían un valor y una presencia de ánimo extraordinarios. Ordenó a éstos que tomaran baños calientes, evitaran los rayos del sol, se perfumasen el cabello y el cuerpo con ungüentos y se ejercitasen en hablar, hacer gestos y caminar como las mujeres. Así podía engañar a Minos haciéndolos pasar por doncellas.
f. Féax, el antepasado de los feacios, entre los cuales se hallaba Odiseo, iba como piloto en la proa de la nave de treinta remos en la que navegaron, porque ningún ateniense conocía todavía el arte de la navegación. Algunos dicen que el timonel era Ferecló, pero es probable que tengan razón los que le llaman Nausítoo, pues Teseo, a su regreso, erigió monumentos a Nausítoo y Féax en Falero, el puerto de partida; y el Festival de los Pilotos local se celebra conjuntamente en honor de los dos.
g. El oráculo de Delfos había aconsejado a Teseo que llevara a Afrodita como guía y compañera en el viaje. En consecuencia le ofreció un sacrificio en la playa, y he aquí que la víctima, una cabra, se convirtió al morir en macho cabrío. Este prodigio mereció a Afrodita el titulo de Epitragia.
h. Teseo se hizo a la mar el día 6 del mes Muniquión [abril]. Todos los años en esa fecha los atenienses siguen enviando vírgenes al Delfinio para propiciar a Apolo, porque Teseo omitió el hacerlo antes de partir. El desagrado del dios se puso de manifiesto en forma de una tormenta que obligó a Teseo a refugiarse en Delfos y a ofrecer allí los sacrificios olvidados.
i. Cuando la nave llegó a Creta algunos días después, Minos bajó al puerto para contar las víctimas. Se enamoró de una de las doncellas atenienses —no hay acuerdo sobre si era Peribea (la que fue luego madre de Ayas), o Eribea, o Ferebea, pues las tres tenían nombres parecidos— y la habría poseído allí mismo si Teseo no hubiera protestado diciendo que era su deber, como hijo de Posidón, defender a las vírgenes contra los ultrajes de los tiranos. Minos, riendo lascivamente, replicó que no se sabía que Posidón hubiera mostrado nunca un respeto delicado por ninguna de las vírgenes de las que se encaprichaba.
—¡Ja, ja! —exclamó—. Demuestra que eres un hijo de Posidón devolviéndome esta chuchería.
Y diciendo eso arrojó su sello de oro al mar.
—Demuestra tú primero que eres un hijo de Zeus —replicó Teseo.
j. Minos lo hizo. A su ruego: «¡Escúchame, Padre Zeus!», respondieron inmediatamente un relámpago y un trueno. Sin más rodeos, Teseo se sumergió en el mar, donde un gran cardumen de delfines le acompañó honorablemente hasta el palacio de las Nereidas. Algunos dicen que la nereida Tetis le dio entonces la corona enjoyada, el regalo de boda de Afrodita que más tarde llevaría Ariadna; otros, que fue la propia Anfitrite, diosa del Mar quien se la entregó, y que envió a las nereidas nadando en todas las direcciones en busca del anillo de oro. Fuera como fuese, cuando Teseo salió del mar llevaba consigo tanto el anillo como la corona, según ha constatado Micón en su pintura en la tercera pared del templo de Teseo.
k. Afrodita había acompañado ciertamente a Teseo pues, no sólo Peribea y Ferebea invitaron al héroe caballero a sus lechos sin que fueran desairadas, sino que, además, la hija de Minos, Ariadna, se enamoró de él a primera vista. «Te ayudaré a matar a mi hermanastro, el Minotauro —le prometió en secreto— si puedo volver a Atenas contigo como tu esposa.» Teseo aceptó de buena gana ese ofrecimiento y le prometió casarse con ella. Ahora bien, Dédalo, antes de salir de Creta, había dado a Ariadna un ovillo de hilo mágico y le dio instrucciones sobre la manera de entrar y salir del Laberinto. Debía abrir la puerta de entrada y atar al dintel el extremo suelto del hilo; el ovillo iría desenredándose y disminuyendo a medida que avanzase, tortuosamente y dando muchas vueltas, hacia el recinto más recóndito donde se alojaba el Minotauro. Ariadna entregó ese ovillo a Teseo y le dijo que siguiera el hilo hasta que llegara adonde dormía el monstruo, al que debía asir por el cabello y sacrificar a Posidón. Luego podría volver siguiendo el hilo, que iría enrollando y formando de nuevo el ovillo.
l. Esa misma noche Teseo hizo lo que se le había dicho, pero es motivo de mucha discusión si mató al Minotauro con una espada que le dio Ariadna, o con sus manos desarmadas, o con su célebre clava. En un friso esculpido de Amicle aparece el Minotauro atado y conducido en triunfo por Teseo a Atenas, pero ésta no es la fábula que se acepta generalmente.
m. Cuando Teseo salió del Laberinto, salpicado con sangre, Ariadna le abrazó apasionadamente y condujo al puerto a todo el grupo ateniense. Pues, entretanto, los dos muchachos de aspecto afeminado habían matado a los guardias del alojamiento de las mujeres y puesto en libertad a las víctimas doncellas. Todos ellos embarcaron sigilosamente en su nave, en la que les esperaban Nausítoo y Féax, y se apresuraron a alejarse remando. Pero aunque Teseo había desfondado previamente los cascos de varias naves cretenses para impedir la persecución, se dio la alarma y se vio obligado a librar un combate naval en el puerto antes de escapar, afortunadamente sin pérdidas, a cubierto de la oscuridad.
n. Algunos días más tarde, después de desembarcar en la isla llamada entonces Día y ahora Naxos, Teseo dejó a Ariadna dormida en la playa y se hizo nuevamente a la mar. El motivo por el que actuó así será siempre un misterio. Algunos dicen que la abandonó en favor de una nueva amante, Eglé, hija de Panopeo; otros dicen que mientras le detenían en Día vientos contrarios reflexionó sobre el escándalo que causaría en Atenas la llegada de Ariadna. Y no faltan quienes afirman que Dioniso se le apareció a Teseo en un sueño y le exigió amenazadoramente que le entregase a Ariadna, y que cuando despertó Teseo y vio que la flota de Dioniso se disponía a atacar Dia, levó anclas presa de un terror súbito, y un hechizo de Dioniso le hizo olvidar su promesa a Ariadna e incluso su existencia misma.
o. Sea cual fuere la verdad, los sacerdotes de Dioniso en Atenas afirman que cuando Ariadna se encontró en la costa desierta irrumpió en amargos lamentos, recordando cómo había temblado mientras Teseo se disponía a dar muerte a su monstruoso hermanastro; cómo había hecho votos silenciosos por su buen éxito; y cómo, por el amor que le tenía, había abandonado a sus padres y su patria. Invocó al universo entero para que la vengase y el Padre Zeus asintió con un movimiento de cabeza. Luego, amable y bondadosamente, Dioniso, con su alegre séquito de sátiros y ménades, acudió en socorro de Ariadna. Se casó en seguida con. ella y le puso en la cabeza la corona de Tetis, y ella le dio muchos hijos. De ellos sólo a Toante y Enopión se los llama a veces hijos de Teseo. La corona, que Dioniso puso más tarde entre las estrellas como la Corona Boreal, había sido hecha por Hefesto con oro ardiente y gemas rojas de la India colocadas en forma de rosas.
p. Sin embargo, los cretenses se niegan a admitir que existiera alguna vez el Minotauro, o que Teseo conquistara a Ariadna por medios clandestinos. Describen el Laberinto como solamente una prisión bien vigilada en la que se mantenía a los jóvenes y las doncellas atenienses preparados para los juegos fúnebres de Androgeo. Algunos eran sacrificados en su tumba; otros eran entregados como esclavos a los ganadores de los premios. Sucedía que el cruel y arrogante Tauro, general de Minos, obtenía todos los premios un año tras otro, pues ganaba todos los juegos en los que tomaba parte, con gran disgusto de sus rivales. Además había perdido la confianza de Minos porque circulaba el rumor de que tenía un amorío adúltero con Pasífae, con la connivencia de Dédalo, y uno de los hijos mellizos de ella se parecía mucho a él. En consecuencia, Minos accedió de buena gana al pedido de Teseo de que le concediera el privilegio de luchar cuerpo a cuerpo con Tauro. En la antigua Creta asistían a los juegos tanto las mujeres como los hombres, y Ariadna se enamoró de Teseo cuando tres veces seguidas le vio lanzar al campeón sobre su cabeza y clavar sus hombros en la tierra. El espectáculo proporcionó a Minos casi la misma satisfacción; otorgó a Teseo el premio, lo aceptó como su yerno y anuló el cruel tributo.
q. Una canción beocia tradicional confirma esta tradición de que no todas las víctimas eran sacrificadas. Explica que los cretenses enviaban a Delfos la ofrenda de sus primogénitos, en su mayoría hijos de esclavos atenienses cretanizados. Los delfianos, sin embargo, no podían soportar esa carga sobre los recursos de su pequeña ciudad y por lo tanto los enviaron a que fundasen una colonia en Yapigia, Italia. Posteriormente se establecieron en Beocia, Tracia, y la exclamación nostálgica de las doncellas botienas: «¡Oh, dejadnos volver a Atenas!» es un recuerdo constante de su origen.
r. Los chipriotas y otros ofrecen un relato completamente distinto. Dicen que Minos y Teseo convinieron en jurar que ningún barco —con excepción del Argo, al mando de Jasón, quien tenía la misión de librar el mar de piratas— podría navegar por Aguas griegas con más de cinco tripulantes. Cuando Dédalo huyó de Creta a Atenas, Minos violó su pacto al perseguirlo con barcos de guerra, y así se ganó la ira de Posidón, que había sido testigo del juramento, y desencadenó una tempestad que lo llevó a morir en Sicilia. El hijo de Minos, Deucalión, heredó la querella y amenazó con que si los atenienses no entregaban a Dédalo daría muerte a todos los rehenes que le había dado Teseo al concluir el pacto. Teseo replicó que Dédalo era pariente consanguíneo suyo y preguntó apaciblemente si no se podía llegar a alguna transacción. Cambió varias cartas sobre el asunto con Deucalión, pero entretanto construía barcos en secreto, algunos en Tumátidas, un puerto lejos del camino público, y otros en Trecén, donde Piteo tenía un astillero del que nada sabían los cretenses. Al cabo de uno o dos meses se hizo a la mar su flotilla, al mando de Dédalo y otros fugitivos de Creta; y los cretenses, tomando equivocadamente a las naves que se acercaban por parte de la flota perdida de Minos, les hicieron un gran recibimiento. En consecuencia, Teseo se apoderó del puerto sin oposición, y fue directamente a Cnosos, donde dominó a los guardias de Deucalión y mató al propio Deucalión en una habitación interior del palacio. El trono de Creta pasó entonces a Ariadna, con quien Teseo llegó generosamente a un acuerdo; ella le entregó los rehenes atenienses y se concluyó un tratado de amistad perpetua entre las dos naciones, sellado por la unión de las dos coronas, pues, en efecto, Ariadna se casó con Teseo.
s. Tras largos festejos, partieron juntos apara Atenas, pero una tempestad los llevó a Chipre. Allí Ariadna, quien ya estaba encinta de Teseo y temía que el mareo le hiciera abortar, pidió que la desembarcaran en Amatunte. Se hizo eso, pero apenas había vuelto Teseo a su nave cuando un viento violento obligó a toda la flota a volver a hacerse a la mar. Las mujeres de Amatunte trataron a Ariadna bondadosamente, consolándola con cartas que fingían haberse recibido de Teseo, quien estaba reparando su nave en la costa de una isla cercana; y cuando murió de sobreparto la enterraron suntuosamente. En Amatunte muestran todavía la tumba de Ariadna, en un bosquecillo consagrado a ella como Aridela. Teseo, cuando volvió de la costa de Siria, se afligió mucho al enterarse de que había muerto y dotó a su culto con una gran cantidad de dinero. Los chipriotas celebran todavía el festival de Ariadna el día 2 de septiembre, cuando un joven se acuesta en su tumba y finge ser una mujer con dolores de parto; y adoran dos estatuillas de ella, una de plata y la otra de bronce, que les dejó Teseo. Dicen que Dioniso, lejos de casarse con Ariadna, estaba indignado porque ella y Teseo habían profanado su gruta de Naxos, y se quejó a Ártemis, quien le dio muerte cuando estaba de parto con flechas despiadadas; pero algunos dicen que ella se ahorcó por temor a Ártemis.
t. Para resumir la historia de Teseo: desde Naxos navegó a Délos, y allí hizo sacrificios a Apolo y realizó juegos atléticos en su honor. Fue entonces cuando introdujo la nueva costumbre de coronar al vencedor con hojas de palmera y poner un tallo de palmera en su mano derecha. También dedicó prudentemente al dios una pequeña imagen de madera de Afrodita, obra de Dédalo, que Ariadna había llevado de Creta y dejado en su nave, y que podía haber sido objeto de comentarios cínicos por parte de los atenienses. Esta imagen, que todavía se exhibe en Délos, descansa sobre una base cuadrada en vez de pies y está constantemente enguirnaldada.
u. Un altar con cuernos se alza junto al lago redondo de Délos. Lo construyó personalmente Apolo cuando sólo tenía cuatro años de edad, con los cuernos compactamente unidos de innumerables cabras que había matado Ártemis en el monte Cinto; ésa fue su primera proeza arquitectónica. Los cimientos del altar y las paredes que lo encierran están hechas también completamente con cuernos, todos ellos tomados del mismo lado de las víctimas, pero se discute si del izquierdo o del derecho. Lo que hace que la obra figure entre las siete maravillas del mundo es que no se empleó en la construcción mortero ni ningún otro coligativo. Alrededor de ese altar —o, según otra versión, alrededor de un altar de Afrodita en el que se había puesto la imagen dedálica— bailaron Teseo y sus compañeros la danza llamada la Grulla, que consiste en evoluciones laberínticas realizadas con pasos mesurados con acompañamiento de arpas. Los delios bailan todavía esa danza que llevó Teseo de Cnosos, Dédalo había construido allí para Ariadna una pista de baile en la que estaba marcado en relieve de marmol blanco un laberinto copiado del egipcio. Cuando Teseo y sus compañeros bailaron la Grulla en Cnosos fue la primera ocasión en que hombres y mujeres danzaron juntos. La gente chapada a la antigua, especialmente los marineros, conservan la misma danza en muchas ciudades de Grecia y del Asia Menor, lo mismo que los niños en la campiña italiana, y constituye la Base de los fuegos de Troya.
v. Ariadna no tardó en vengarse de Teseo. Bien fuera por la aflicción que sentía por haberla perdido, o bien por la alegría que le produjo ver la costa de Ática, de la que le habían mantenido apartado vientos prolongados, olvidó su promesa de izar la vela blanca. Egeo, que le esperaba en la Acrópolis, en el lugar donde se alza ahora el Templo de la Victoria sin Alas, divisó la vela negra, se desmayó, cayó de cabeza al valle de abajo y murió Pero algunos dicen que se arrojó deliberadamente al mar, que desde entonces se llama Egeo.
w. Teseo no fue informado de ese doloroso accidente hasta que terminó los sacrificios prometidos a los dioses por su feliz regreso; luego enterró a Egeo y le honró con un altar de héroe. El día 8 del mes Pianepsión [octubre], la fecha de su regreso de Creta, los atenienses leales bajan en gran número a la costa con ollas, en las que cuecen diferentes clases de habichuelas para recordar a sus hijos que Teseo, habiéndose visto obligado a dar a sus tripulantes raciones muy pequeñas, coció sus restantes provisiones en una olla tan pronto como desembarcó y llenó con ellas por fin los estómagos vacíos de los atenienses. En este mismo festival de acción de gracias se entonan cánticos para celebrar la terminación del hambre y se lleva un ramo de olivo envuelto en lana blanca y del que cuelgan las primicias de diversos frutos, para conmemorar el que dedicó Teseo antes de partir. Como era la estación de la cosecha, Teseo instituyó también el Festival de las Cepas, en agradecimiento a Atenea y Dioniso, quienes se le aparecieron en Naxos, o bien en honor de Dioniso y Ariadna. Los dos portadores de las cepas representan a los dos jóvenes que Teseo llevó a Creta disfrazados de doncellas y que caminaban a su lado en el desfile triunfal que se realizó después de su regreso. Catorce mujeres llevan provisiones y toman parte en este sacrificio; representan a las madres de las víctimas salvadas, y su tarea consiste en recitar fábulas y mitos antiguos, como hicieron también esas madres antes de que zarpara el barco.
x. Teseo dedicó un templo a Ártemis Salvadora en la plaza del mercado de Trecén; y sus conciudadanos le honraron con un templete cuando todavía vivía. Las familias que estaban obligadas a pagar el tributo a Creta se encargaron de aportar las víctimas necesarias para los sacrificios, y Teseo concedió su sacerdocio a los Fitálidas en agradecimiento por su hospitalidad. La nave en que fue a Creta ha hecho desde entonces un viaje de ida y vuelta a Délos, pero la han reparado y recompuesto tantas veces que los filósofos la citan como un ejemplo cuando discuten el problema de la identidad continua.

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1. Grecia se cretanizó hacia el final del siglo xviii a. de C, probablemente por una aristocracia helena que se había apoderado del poder en Creta una o dos generaciones antes y había iniciado allí una cultura nueva. El relato claro y sencillo de la incursión de Teseo en Cnosos, citado por Plutarco tomándolo de Cleidemo, parece razonable. Describe una rebelión de los atenienses contra un señor cretense que había tomado rehenes como garantía de su buena conducta; la construcción secreta de una flotilla, el saqueo de la ciudad abierta de Cnosos durante la ausencia del grueso de la flota cretense en Sicilia, y un subsiguiente tratado de paz ratificado por el casamiento del rey de Atenas con Ariadna, la heredera cretense. Estos acontecimientos, que apuntan más o menos al año 1400 a. de C., tienen su paralelo en el relato mítico: Se exige a Atenas un tributo de jóvenes y doncellas en compensación por el asesinato de un príncipe cretense. Teseo, al matar astutamente al Toro de Minos, o al vencer al principal jefe militar de Minos en una lucha, libera a los atenienses de ese tributo, se casa con Ariadna, la heredera del trono, y hace la paz con Minos.
2. La muerte por Teseo de Asterio, el de cabeza de toro, llamado el Minotauro, o el «Toro de Minos»; su lucha con Tauro («toro»), y su captura del toro cretense, son versiones del mismo acontecimiento. Bolynthos, que dio su nombre al Probalinto ático, era la palabra cretense con que se designaba al «toro bravo». «Minos» era el título de una dinastía de Cnosos que tenía por emblema un toro celeste —«Asterios» podía significar «del sol» o «del firmamento»— y era en forma de toro como el rey parece haberse ayuntado ritualmente con la suma sacerdotisa como vaca-Luna (véase 88.7). Un elemento de la formación del mito del Laberinto puede haber sido que el palacio de Cnosos —la casa del labrys o hacha doble— era un complejo de habitaciones y corredores, y que los invasores atenienses tuvieron dificultad para encontrar y matar al rey cuando lo tomaron. Pero esto no es todo. Un espacio abierto delante del palacio estaba ocupado por una pista de baile con un dibujo laberíntico que servía para guiar a los que bailaban una danza de la primavera erótica (véase 92.4). El origen de ese dibujo, llamado también laberinto, parece haber sido el laberinto tradicional de matorrales que se utilizaba para atraer a las perdices hacia uno de sus machos, enjaulado en la cerca central, con reclamos de alimento, reclamos amorosos y desafíos; y los bailarines imitarían la danza de amor extática y renqueante de las perdices machos (véase 92.2), cuyo destino era que el cazador les golpease en la cabeza (Eclesiastés xi.30).
3. Una jarra de vino etrusca de Tagliatella en la que se ven dos héroes a caballo explica la teoría religiosa de la danza de la perdiz. El que va delante lleva un escudo en el que está dibujada una perdiz, y un demonio de la muerte se posa detrás de él; el otro héroe lleva una lanza y un escudo en el que está dibujado un pato. Detrás de ellos hay un dibujo laberíntico que se encuentra no sólo en ciertas monedas de Cnosos. sino también en los dibujos intrincados hechos en el césped y que pisaban los escolares británicos en la Pascua de Resurrección hasta el siglo xix. Los celos amorosos atraían al rey a su muerte, explica el iconógrafo, como una perdiz en el laberinto del matorral, y le sucedía su heredero. Sólo el héroe excepcional —un Dédalo o un Teseo— volvía vivo; y en este contexto el reciente descubrimiento en las cercanías de Bossinney, Cornualles, de un laberinto cretense tallado en la superficie de una roca tiene gran importancia. La barranca donde el Dr. Renton Green descubrió el laberinto es una de las últimas guaridas de la chova de Cornualles; y esta ave aloja el alma del rey Arturo que perturbó el Infierno y con quien Bosinney está íntimamente relacionada en la leyenda. Una danza laberíntica parece haber sido llevada a Britania desde el Mediterráneo oriental por agricultores neolíticos del tercer milenio a. de C, puesto que toscos laberintos de piedra, análogos a los británicos hechos en el césped, se dan en la zona «Beaker B» de Escandinavia y el nordeste de Rusia; y en el sudeste de Europa se encuentran laberintos eclesiásticos, utilizados en otro tiempo con propósitos penitenciales. A los laberintos ingleses hechos en el césped se los llama habitualmente «Ciudad de Troya», y lo mismo a los de Gales: Caer-droia. Probablemente los romanos los llamaban así por su Juego de Troya, una danza laberíntica ejecutada por jóvenes aristócratas en honor del antepasado de Augusto, el troyano Eneas; aunque, según Plinio, la bailaban también los niños en la campiña italiana.
4. En Cnosos el culto del toro celeste sucedió al culto de la perdiz, y el círculo de bailarines llegó a representar los cursos anuales de los cuerpos celestes. Por lo tanto, si tomaban parte siete muchachas y doncellas, pueden haber representado a los siete titanes y titánides del sol, la luna y los cinco planetas (véase 1.3 y 43.4); aunque no se ha encontrado ninguna prueba concreta del culto de los titanes en las obras de arte cretenses. Parece que la antigua danza de la Grulla de Délos —también las grullas ejecutan una danza amorosa— se adaptó igualmente a un dibujo laberíntico. En algunos laberintos los bailarines se asían a una cuerda que les ayudaba a mantener la distancia conveniente y seguir el dibujo sin equivocarse; y esto puede haber dado origen a la fábula del ovillo de hilo (A. B. Cook Journal of Hellenic Studies xiv.101 y ss., 1959); en Atenas, como en el monte Sípilo, a la danza de la cuerda se la llamaba cordax (Aristófanes: Nubes 540). El espectáculo en el ruedo taurino de Creta consistía en una exhibición acrobática realizada por hombres jóvenes y muchachas que por turno se asían a los cuernos del toro que embestía y daban saltos mortales hacia atrás sobre su lomo. Éste era evidentemente un rito religioso, y quizás también en este caso los ejecutantes representaban planetas. No pudo haber sido un deporte tan peligroso como sugieren la mayoría de quienes escriben sobre el tema, a juzgar por los escasos accidentes que se producen entre los banderilleros en las plazas de toros españolas; y en un fresco cretense se ve que un compañero estaba listo para recoger al joven o la muchacha que daba los saltos mortales cuando caían a tierra.
5. «Ariadna», que los griegos interpretaban como «Ariagne» («muy santa»), tenía que ser el título de la diosa Luna honrada en la danza y en el ruedo taurino: «la alta y fértil madre Cebada», llamada también Aridela («La muy manifiesta»). La conducción de ramos cargados con frutos en honor de Ariadna y de Dioniso, y el suicidio de ésta ahorcándose «porque temía a Ártemis», indican que se ataban a esos ramos muñecas que representaban a Ariadna (véase 79.2). Una muñeca-diosa beocia en forma de campana que se ve en el Louvre con las piernas colgantes es Ariadna, o Erígone, o Ártemis Ahorcada; y unas muñecas de bronce con miembros separables se han encontrado en la Cerdeña de Dédalo. La corona de Ariadna hecha por Hefesto en forma de guirnalda de rosas no es una fantasía; en el tesoro de Mochlos se han encontrado finas coronas de oro con joyas en forma de flores.
6. El casamiento de Teseo con la sacerdotisa de la Luna le hizo señor de Cnosos y en una moneda cnosia se ve una luna nueva en el centro de un laberinto. Pero la costumbre matrilineal privaba a una heredera de todo derecho a sus tierras si acompañaba a su marido al otro lado del mar; y esto explica por qué Teseo no llevó a Ariadna a Atenas, ni más allá de Día, isla cretense a la vista de Cnosos. El Dioniso cretense, representado como un toro —Minos, en realidad— era el marido legítimo de Ariadna; y el vino, hecho en Creta, sería empleado en sus orgías. Esto puede explicar la indignación de Dioniso, de la que informa Homero, porque Ariadna y Teseo, el intruso, se habían acostado juntos.
7. Muchas costumbres atenienses antiguas del período micénico son explicadas por Plutarco y otros en función de la visita de Teseo a Creta; por ejemplo, la prostitución ritual de muchachas y la sodomía ritual (característica del culto de Anata en Jerusalén (véase 61.1) y el de la diosa siria en Hierápolis), las cuales sobrevivían como vestigios entre los atenienses en la propiciación de Apolo con una ofrenda de doncellas y en la conducción por dos muchachos homosexuales de ramas con frutos. La rama con frutos recuerda la lulab que se llevaba en Jerusalén en el Festival de los Tabernáculos del Año Nuevo, celebrada también a comienzos de otoño. El de los Tabernáculos era un festival de la vendimia y correspondía a las Oscoforias, o «conducción de racimos de uva», atenienses, el principal interés de las cuales consistía en una carrera pedestre (Proclo: Crestomatía 28). Originalmente, el vencedor se convertía en el nuevo rey sagrado, como en Olimpia, y recibía una mezcla quíntuple de «aceite, vino, miel, queso picado y harina», el néctar y la ambrosía divinos de los dioses. Plutarco asocia a Teseo, el nuevo rey, con este festival al decir que llegó accidentalmente mientras se estaba realizando y le disculpa de toda participación en la muerte de su predecesor Egeo. Pero en realidad el nuevo rey luchaba con el rey viejo y lo arrojaba, como pharmacos, desde la Roca Blanca al mar (véase 96.3). En la ilustración que el mitógrafo ha interpretado mal evidentemente, la nave con la vela negra de Teseo tiene que haber sido una embarcación lista para salvar al pharmacos; tenía velas negras porque los pescadores del Mediterráneo embetunan habitualmente sus redes y velas para impedir que el agua salada las pudra. La grana o cochinilla proporcionaba un unte escarlata con el que se untaba el rostro del rey sagrado, y por tanto estaba asociada con la realeza. «Hecalé», la vieja solterona menesterosa, es probablemente una forma anticuada de «Hécate Selene», «la luna que dispara lejos», es decir, Ártemis.
8. La ingestión de habichuelas o habas por los hombres parece haber estado prohibida en la época pre-helénica; los pitagóricos seguían absteniéndose de comerlas, alegando que las almas de sus antepasados podían muy bien residir en ellas y que si un hombre (no una mujer) comía una haba podía privar a un antepasado suyo, hombre o mujer, de su probabilidad de renacer. Por tanto, el banquete de habichuelas popular indica una burla helena deliberada de la diosa que imponía esa prohibición; lo mismo se puede decir de la donación que hizo Teseo de un sacerdocio masculino a los Fitálidas («cultivadores»), la forma femenina de cuyo nombre recuerda que el cultivo de la higuera, como la plantación de habas, era al principio un misterio limitado a las mujeres (véase 24.13).
9. Los chipriotas adoraban a Ariadna como la «diosa del Nacimiento de Amato», título perteneciente a Afrodita. Su festival de otoño celebraba el nacimiento del Año Nuevo; y el joven que imitaba sus dolores de parto era su amante regio, Dioniso. Esta costumbre, llamada couvade, se encuentra en muchas partes de Europa, incluyendo algunos distritos de Anglia Oriental.
10. El templo con cuernos de Apolo en Délos ha sido excavado recientemente. El altar y sus cimientos han desaparecido, y el toro ha sucedido a la cabra como el animal ritual en las decoraciones de las piedras, si, en verdad, fue alguna vez una cabra; en un sello minoico se ve a la diosa en un altar hecho enteramente con cuernos de toro.
11. El mural alegórico de Micón en el que aparece Tetis entregando una corona y un anillo a Teseo, mientras Minos rebosa de ira en la costa, quizás representa el paso de la talasocracia de los cretenses a los atenienses. Pero es posible que Minos se casara simbólicamente con la diosa del Mar arrojando un anillo al agua, como hacían en la Edad Media los dux de Venecia.
12. A Enopión y Toante se los llama a veces hijos de Teseo porque eran los héroes de Quíos y Lemnos (véase 88.h), súbditos y aliados de los atenienses.