viernes, 2 de agosto de 2013

121 Ergino

a. Algunos años antes de estos acontecimientos, durante el festival de Posidón en Onquesto, un incidente trivial molestó a los tebanos, y con ese motivo el auriga de Meneceo arrojó una piedra que hirió mortalmente al rey minia Clímeno. Éste fue conducido moribundo, a Orcómeno, donde, al morir, encargó a sus hijos que le vengaran. El mayor de ellos, Ergino, cuya madre era la princesa beoda Budea, o Búcige, reunió un ejército, marchó sobre los tebanos y los derrotó por completo. Según las estipulaciones de un tratado que confirmaron con sus juramentos, los tebanos debían pagar a Ergino un tributo -anual de cien reses vacunas durante veinte años como pena por la muerte de Clímeno.

b. Heracles, a su regreso del Helicón, se encontró con los heraldos minias que iban a recoger el tributo tebano. Cuando les preguntó cuál era su misión le contestaron desdeñosamente que iban una vez más a recordar a los tebanos la clemencia de Ergino al no haber cortado las orejas, la nariz y las manos a todos los hombres de la ciudad. «¿Desea realmente Ergino ese tributo?», les preguntó airadamente Heracles. Acto seguido mutiló a los heraldos de la manera que habían descrito y los envió de vuelta a Orcómeno con sus órganos ensangrentados atados con cuerdas alrededor del cuello.

c. Cuando Ergino ordenó al rey Creonte de Tebas que entregara al autor de ese ultraje, éste se mostró totalmente dispuesto a obedecer, porque los minias habían desarmado a Tebas, y además no podía esperar la intervención amistosa de ningún vecino en tan mala causa. Pero Heracles persuadió a sus juveniles compañeros para que luchasen en favor de la libertad. Recorrió los templos de la ciudad y se apoderó de todos los escudos, yelmos, petos, grebas, espadas y lanzas dedicados a ellos como botín. Atenea, admirando grandemente tal resolución, concedió esas armas a él y sus amigos. Así armó Heracles a todos los tebanos en edad de luchar, les enseñó a emplear sus armas y asumió personalmente el mando. Un oráculo le prometió la victoria si la persona de mayor alcurnia de Tebas se quitaba la vida. Todos los ojos se volvieron expectativamente hacia Antípeno, descendiente de los Hombres Sembrados, pero cuando se mostró renuente a morir por el bien común, sus hijas Androclea y Alcis lo hicieron de buen grado en su lugar, y en adelante fueron honradas como heroínas en el templo de Ártemis Famosa.

d. Poco después los minias marcharon sobre Tebas, pero Heracles les tendió una emboscada en un paso estrecho y mató a Ergino y a la mayoría de sus capitanes. Esta victoria, ganada casi sin ayuda, la explotó cayendo súbitamente sobre Orcómeno, cuyas puertas derribó, saqueando luego el palacio y obligando a los minias a pagar un doble tributo a Tebas. Heracles había cerrado además los dos grandes túneles que habían construido los minias en la antigüedad y por los que el río Cefiso desembocaba en el mar inundando así las ricas tierras de cereales de la llanura copaica. Su propósito era inmovilizar a la caballería de los minias, su arma más formidable, y llevar la guerra a las montañas, donde podía luchar con ellos en igualdad de condiciones, pero como era amigo de todo la humanidad, posteriormente volvió a abrir los túneles. El templo de Heracles Atador de Caballos en Tebas conmemora un episodio de esta campaña: Heracles penetró de noche en el campamento minia, y despues de robar los caballos de los carros, a los que ató a árboles a una gran distancia, dio muerte a los soldados dormidos. Por desgracia, Anfitrión, su padre adoptivo, murió en el combate.

e. Cuando regresó a Tebas, Heracles dedicó un altar a Zeus Preservador; un león de piedra a Artemis Famosa, y dos imágenes de piedra a Atenea Ceñidora de Armas. Como los dioses no habían castigado a Heracles por haber maltratado a los heraldos de Ergino, los tebanos se atrevieron a honrarle con una estatua, llamada Heracles Cortador de Narices.

f. Según otra versión, Ergino sobrevivió a la derrota de los minias y fue uno de los argonautas que volvieron de Cólquide con el Vellocino de Oro. Después de pasar muchos años recuperando su anterior prosperidad, se encontró rico, ciertamente, pero viejo y sin hijos. Un oráculo le aconsejó que pusiera un zapato nuevo en la reja del arado destartalado y él interpretó el consejo casándose con una esposa joven que le dio a Trofonio y Agamedes, los célebres arquitectos, y a Aceo.

1.      La manera como trata Heracles a los heraldos minias es tan vil —pues a la persona de un heraldo se la considera universalmente sacrosanta cualquiera que sea la insolencia con que actúe— que en este caso tiene que representar a los conquistadores dorios de 1050 a. de C, quienes hacían caso omiso de todas las costumbres civilizadas.

2.      Según Estrabón (ix.2.18) ciertos canales de piedra caliza naturales por los que corrían las aguas del Cefiso quedaban bloqueados a veces y otras abiertos por los terremotos; pero con el tiempo toda la llanura Copaica se convirtió en un pantano, a pesar de dos grandes túneles que habían abierto los minias de la edad de bronce —pelasgos minoizados— para hacer más eficaces los canales naturales. Sir James Frazer, quien hizo una visita a la llanura hace unos cincuenta años, descubrió que tres de los canales habían sido cerrados artificialmente con piedras en la antigüedad, quizá por los tebanos que destruyeron Orcómeno en 368 a. de C., pasaron a cuchillo a todos los habitantes varones y vendieron a las mujeres como esclavas (Pausanias: ix.15.3). Recientemente una compañía británica ha desecado los pantanos y devuelto la llanura a la agricultura.

3.      Cuando la ciudad de Tebas se hallaba en peligro (véase 105.i y 106.j) el oráculo tebano exigía con frecuencia un pharmacos regio, pero sólo en una sociedad completamente patriarcal se habrían arrojado a la muerte Androclea y Alcis. Sus nombres, como los de las hijas de Erecteo, de las que se dice que se sacrificaron del mismo modo (véase 47.d), parecen ser títulos de Deméter y Perséfone, quienes exigían sacrificios de varones. Parecería que dos princesas «pagaron la pena en vez de» el rey sagrado —al que más tarde se le dio el nuevo nombre de Antípeno—, quien se negó a seguir el ejemplo de Meneceo. En este sentido la Esfinge saltó desde el risco y murió destrozada (vase 105.6).

4.      «Heracles Atador de Caballos» puede referirse a su captura de las yeguas salvajes de Diomedes y todo lo que implicaba esta hazaña (véase 130.1).

5.      Atenea Cefiidora de Armas era la Atenea primitiva que distribuía armas a sus hijos predilectos; en los mitos celtas y germanos la entrega de armas es una prerrogativa matriarcal ejercida oportunamente en un casamiento sagrado (véase 95.j).

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