domingo, 4 de agosto de 2013

137 Hesione

a. Después de servir como esclavo a la reina Ónfale Heracles volvió a Tirinto, recuperada por completo la cordura, e inmediatamente proyectó una expedición contra Troya. Sus motivos eran los siguientes. Él y Telamón, a su regreso del país de las amazonas, o cuando desembarcaron con los argonautas en Sigeo, quedaron sorprendidos al encontrar a Hesíone, la hija de Laomedonte, completamente desnuda con excepción de sus joyas, encadenada a una roca en la costa troyana. Por lo visto, Posidón había enviado a un monstruo marino para castigar a Laomedonte por no haberles pagado a él y a Apolo la cantidad estipulada cuando construyeron las murallas de la ciudad y cuidaron sus ganados. Algunos dicen que debía haberles sacrificado todo el ganado nacido en su reino durante aquel año; otros, que les había prometido sólo un salario bajo como peones, pero que aun así les defraudó en más de treinta dracmas troyanos. En venganza, Apolo envió una peste y Posidón ordenó a su monstruo que devorara a los habitantes de las llanuras y arruinara sus campos derramando agua de mar sobre ellos. Según otra versión, Laomedonte cumplió sus obligaciones con Apolo, pero no con Posidón, quien en consecuencia envió la peste y el monstruo.

b. Laomedonte fue a ver al oráculo de Zeus Amón, el cual le aconsejó que abandonase a Hesíone en la orilla del mar para que el monstruo la devorara. Pero él se negó obstinadamente a hacerlo a menos que los nobles troyanos le dejasen primeramente sacrificar a sus hijas. Desesperados, consultaron con Apolo, quien, no menos enojado que Posidón, les dio poca satisfacción. La mayoría de los padres enviaron inmediatamente a sus hijas al exterior para salvarlas del peligro, pero Laomedonte trató de obligar a cierto Fenodamante, que había mantenido a sus tres hijas en su casa, a abandonar a una de ellas, en vista de lo cual Fenodamante arengó a la asamblea, alegando que Laomedonte era el único responsable de su desgracia y se le debía hacer sufrir por ello sacrificando a su hija. Al final se decidió echarlo a suertes, recayendo en Hesíone, que en consecuencia fue atada a la roca donde la encontró Heracles.

c. Heracles rompió sus ligaduras, fue a la ciudad y se ofreció a destruir al monstruo a cambio de los dos incomparables caballos, o yeguas, inmortales y blancos como la nieve, que podían correr por encima del agua y de los trigales con la velocidad del viento y que Zeus le había dado a Laomedonte como compensación por el rapto de Ganimedes. Laomedonte se apresuró a aceptar la propuesta.

d. Con la ayuda de Atenea, los troyanos construyeron a Heracles una alta muralla que servía para protegerlo del monstruo cuando sacaba la cabeza del mar y avanzaba por la llanura. Al llegar a la muralla abrió sus grandes fauces y Heracles se introdujo en su garganta plenamente armado. Pasó tres días en el vientre del monstruo y salió de él victorioso, aunque la lucha le había costado todos los pelos de su cabeza.

e. Lo que sucedió después es muy discutido. Algunos dicen que Laomedonte dio Hesíone a Heracles como prometida —convenciéndole al mismo tiempo para que la dejase junto con las yeguas en Troya mientras él iba con los argonautas— pero que, después de conquistado el Vellocino de Oro, le dominó la codicia y se negó a darle a Heracles ni su hija Hesione ni las yeguas. Otros dicen que se había negado a ello uno o dos meses antes, cuando Heracles fue a Troya en busca de Hilas.

f. La versión más circunstancial, no obstante, es que Laomedonte engañó a Heracles sustituyendo los caballos inmortales por otros mortales, en vista de lo cual Heracles amenazó con hacer la guerra contra Troya y se hizo a la mar lleno de cólera. Primeramente visitó la isla de Paros, donde erigió un altar a Zeus y Apolo, y luego el Istmo de Corinto, donde profetizó la condena de Laomedonte; finalmente reclutó soldados en su propia ciudad de Tirinto.

g. Laomedonte, entretanto, había matado a Fenodamante y vendido sus tres hijas a mercaderes sicilianos que habían ido a comprar víctimas para los espectáculos con fieras; pero en Sicilia las liberó Afrodita, y la mayor, Egesta se acostó con el río Crimiso que tomó la forma de perro, y le dio un hijo, Egesto, llamado Acestes por los latinos. Este Egesto, ayudado por Elimo, el hijo bastardo de Anquises y a quien llevó desde Troya, fundó las ciudades de Egesta, llamada más tarde Segesta; Entella, por el nombre de su esposa; Érix y Asea. Se dice que Egesta volvió más tarde a Troya y allí se casó con Capis, quien la hizo madre de Anquises.

h. Se discute si Heracles se embarcó para Troya con dieciocho largas naves de cincuenta remeros cada una, o con sólo seis pequeñas embarcaciones y escasas fuerzas. Pero entre sus aliados se hallaban Yolao, Telamón hijo de Éaco, Peleo, el argivo Oícles y el beocio Deímaco.

i. Heracles había encontrado a Telamón en Salamina banqueteando con sus amigos. Inmediatamente le ofrecieron la copa de vino de oro y le invitaron a hacer la primera libación a Zeus; hecho esto, levantó las manos hacia el cielo y suplicó: «¡Oh, Padre, envía a Telamón un buen hijo con una piel dura como la del león y un valor equivalente!». Pues había visto que Peribea, la esposa de Telamón, estaba a punto de dar a luz. Zeus envió su águila en respuesta y Heracles aseguró a Telamón que la súplica sería otorgada; y, ciertamente, tan pronto como terminó el banquete, Peribea dio a luz al gran Áyax, a quien Heracles envolvió en la piel de león, haciéndole así invulnerable, excepto en el cuello y en la axila, donde se había interpuesto la aljaba.

j. Al desembarcar cerca de Troya, Heracles dejó a Oicles custodiando las naves, mientras él conducía a los otros paladines al asalto de la ciudad. Laomedonte, tomado por sorpresa, no tuvo tiempo para reunir su ejército, pero entregó a la gente del pueblo espadas y antorchas y los condujo apresuradamente a quemar la flota. Oícles resistió hasta morir, librando una noble acción de retaguardia mientras sus compañeros lanzaban las naves al agua y huían. Laomedonte se apresuró a volver a la ciudad y, tras una escaramuza con las fuerzas rezagadas de Heracles, consiguió volver a entrar y cerrar las puertas a su espalda.

k. Como no tenía paciencia para emprender un largo sitio, Heracles ordenó un asalto inmediato. El primero que abrió una brecha en la muraalla y penetró en la ciudad fue Telamón, que eligió la cortina occidental construida por su padre Éaco por ser el lugar más débil, pero Heracles le siguió de cerca, enloquecido por los celos. Telamón, quien se dio cuenta de pronto de que la espada desenvainada de Heracles amenazaba a sus partes vitales, tuvo la presencia de ánimo suficiente para agacharse y recoger unas grandes piedras desprendidas de la muralla. «¿Qué estás tramando?», rugió Heracles. «Erijo un altar a Heracles el Vencedor, Heracles el que Desvía los Males» —contestó el ingenioso Telamón—. «Dejo a tu cargo el saqueo de Troya». Heracles le dio las gracias brevemente y siguió corriendo. Luego dio muerte a Laomedonte y todos sus hijos, con excepción de Podarces, el único que había sostenido que se debían dar a Heracles las yeguas inmortales; y saqueó la ciudad. Después de saciar su venganza recompensó a Telamón con la mano de Hesíone, a quien dio permiso para rescatar a cualquiera de sus compañeros de cautiverio. Ella eligió a Podarces. «Muy bien —dijo Heracles—, pero antes debe ser vendido como esclavo.» En consecuencia, Podarces fue puesto en venta y Hesíone lo redimió a cambio del velo dorado con que se envolvía la cabeza; desde entonces Podarces recibió el nombre de Príamo, que significa «redimido». Pero algunos dicen que era un mero infante en esa época.

1. Después de incendiar Troya y de arrasar sus caminos, Heracles puso a Príamo en el trono y se hizo a la mar. Hesíone acompañó a Telamón hasta Salamina, donde ella le dio a Teucro; se discute si como hijo legítimo ó como bastardo. Más tarde Hesíone abandonó a Telamón, huyó al Asia Menor y cruzó a nado a Mileto, donde el rey Arión la encontró oculta en un bosque. Allí dio a Telamón un segundo hijo, Trambelo, al que Arión crió como propio, y le nombró rey de los parientes asiáticos de Telamón, los léleges; o, según dicen algunos, de los lesbios. Cuando, durante la guerra de Troya, Aquiles invadió Mileto, mató a Trambelo, y al enterarse demasiado tarde de que era hijo de Telamón, sintió una gran pena.

m. Algunos dicen que Oícles no murió en Troya, sino que vivía todavía cuando las Erinias enloquecieron a su nieto Alcmeón. Se muestra su tumba en Arcadia, cerca del recinto Megalopolitano de Bóreas.

n. Heracles partió por mar de Tróade, llevándose consigo a Glaucia, hija del río Escamandro. Durante el sitio había sido la amante de Deímaco, y cuando éste murió en la batalla acudió a Heracles en busca de protección. Heracles la llevó en su nave, muy gozoso porque sobrevivía el linaje de un amigo tan valiente, pues Glaucia estaba encinta y más tarde dio a luz un hijo llamado Escamandro

o. Ahora bien, mientras el Sueño amodorraba a Zeus, Hera ordenó a Bóreas que produjese una tormenta, para obligar a Heracles a desviar su rumbo hacia la isla de Cos. Zeus despertó furioso y amenazó con arrojar al Sueño desde el aire superior al golfo del Erebo; pero él acudió como suplicante a la Noche, a la que ni Zeus se atrevía a disgustar. En su frustración comenzó a sacudir a los dioses del Olimpo. Algunos dicen que fue en esta ocasión cuando encadenó a Hera por las muñecas a las vigas y ató yunques a sus tobillos, y cuando arrojó a Hefesto a la tierra. Después de desahogar así su malhumor por completo, sacó a Heracles de la isla de Cos y lo llevó de nuevo a Argos, donde sus aventuras son descritas de diversas maneras.

p. Algunos dicen que los cósanos le tomaron equivocadamente por un pirata y trataron de impedir que se acercara apedreando su nave. Pero él desembarcó por la fuerza, tomó la ciudad de Astipalea en un asalto nocturno y mató al rey, Eurípilo, hijo de Posidón y Astipalea. A él le hirió Calcodonte, pero le salvó Zeus cuando estaba a punto de ser muerto. Otros dicen que atacó a Cos porque se había enamorado de Calcíope, hija de Euripilo.

q. Según otra versión, cinco de las seis naves de Heracles zozobraron en la tormenta. La sobreviviente fue a encallar en Laceta, en la isla de Cos, y él y sus compañeros sólo pudieron salvar las armas del naufragio. Mientras exprimían el agua del mar de sus ropas pasó por las cercanías un rebaño de ovejas y Heracles pidió al pastor merope, un tal Antágoras, que les regalase un carnero; Antágoras, que era muy fuerte, desafió a Heracles a luchar con él, ofreciéndole el carnero como premio. Heracles aceptó el desafío, pero cuando los dos luchadores se asieron, los amigos meropes de Antágoras acudieron en su ayuda, y los griegos hicieron lo mismo en ayuda de Heracles, por lo que siguió una pelea general. Agotado por la tormenta y por el número de sus enemigos, Heracles interrumpió la lucha y huyó a la casa de una robusta matrona tracia, con cuyas ropas se disfrazó y así consiguió escapar.

r. A una hora más avanzada de ese día, revivificado por la comida y el sueño, volvió a luchar con los meropes y los venció; después de lo cual se purificó de la sangre vertida y, todavía vestido con ropas femeninas, se casó con Calcíope, quien le hizo padre de Tésaloa. Ahora se ofrecen sacrificios anuales a Heracles en el campo en que se libró esa batalla; y los novios cósanos visten ropas femeninas cuando reciben a sus novias en su casa como hace el sacerdote de Heracles en Antimaquia antes de comenzar un sacrificio.

s. Las mujeres de Astipalea estaban ofendidas con Heracles y le insultaron, por lo que Hera las honró poniéndoles cuernos como las vacas; pero algunos dicen que éste fue un castigo que les impuso Afrodita por haberse atrevido a elogiar su belleza como superior a la de ella.

t. Después de haber arrasado a Cos y casi haber aniquilado a los meropes, Heracles, guiado por Atenea, fue a Flegras, donde ayudó a los dioses a ganar su batalla contra los gigantes. Desde allí fue a Beocia, donde, por su insistencia, Escamandro fue elegido rey. Escamandro dio su nombre al río Inaco, y a un arroyo cercano le dio el nombre de su hija Glaucia; también dio a la fuente Acidusa el nombre de su esposa, de la que tuvo tres hijas, a las que se honra localmente con el nombre de las «Doncellas».

1.      Esta leyenda se refiere al saqueo de la quinta, o prehomérica, ciudad de Troya; probablemente por los minias, es decir, los griegos eolios, apoyados por los léleges cuando un terremoto oportuno derribó sus macizas murallas (véase 158.5). Por la leyenda del Vellocino de Oro conjeturamos que Laomedonte se oponía a las aventuras mercantiles tanto de los léleges como de los minias en el Mar Negro (véase 148.10), y que la única manera de meterlo en razón fue destruir su ciudad, que dominaba el Helesponto y la llanura del Escamandro, donde se realizaba anualmente la feria de Oriente y Occidente. El noveno trabajo se refiere a empresas de la misma clase en el Mar Negro (véase 131.11). Ayudó al trabajo de Heracles un terremoto que se produjo alrededor de 1260 a. de C.

2.      La liberación de Hesíone por Heracles, análoga a la de Andrómeda por Perseo (véase 73.7), se deriva claramente de una ilustración común en Siria y el Asia Menor: la victoria de Marduk sobre el monstruo marino Tiamat, una emanación de la diosa Ishtar, cuyo poder anuló aquél encadenándola a una roca. Heracles es tragado por Tiamat y desaparece durante tres días antes de volver a salir luchando. Así también, según un cuento moral hebreo basado en la misma ilustración al parecer, Joñas pasó tres días en el vientre de la ballena; y el representante de Marduk, el rey de Babilonia, pasaba todos los años un período alejado del trono, durante el cual se suponía que luchaba con Tiamat (véase 71.1, 73.7 y 103.1). El caballo solar blanco de Marduk o Perseo se convierte aquí en la recompensa por la liberación de Hesíone. La pérdida del cabello por Heracles destaca su carácter solar: el corte de los cabellos del rey sagrado cuando terminaba el año simbolizaba la reducción de su fuerza mágica, como en la fábula de Sansón (véase 91.1). Cuando reaparecía no tenía más cabello que un infante. El rescate de Podarces por Hesíone puede representar la intervención de la reina madre de Seha (¿Escamandro?) ante el rey hitita Mursilis en favor de su travieso hijo Manapadattas.

3.      Las tres hijas de Fenodamante representan a la diosa Luna en tríada, gobernando la isla triangular de Sicilia. El perro estaba consagrado a ella como Ártemis, Afrodita y Hécate. Los sicilianos de habla griega eran aficionados a las epopeyas homéricas, como los romanos, y se mostraban igualmente ansiosos de reivindicar una ascendencia troyana por inseguros que fueran los fundamentos. Las tres hijas de Escamandro representan a la misma diosa en Beocia. Que Glaucia le diera un hijo a Escamandro no era extraordinario. Según el seudo-Esquinas (Diálogos 10.3), las novias troyanas solían bañarse en el río y gritaban: «¡Escamandro, toma mi virginidadí»; lo cual indica un período arcaico en el que se creía que el agua del río vivificaba sus matrices (véase 68.2).

4.      A qué conquista helénica de la isla heládica de Cos se refiere la visita de Heracles es inseguro, pero el hecho posterior de que el novio vistiera ropas de mujer para recibir a la novia en su hogar parece ser una concesión a la anterior costumbre matrilocal según la cual ella le recibía a él en su hogar, y no al contrario (véase 160.3). En Cos se realizaría una danza de la vaca análoga al rito argivo en honor de la diosa Luna lo (véase 56.1). En Antimaquia el rey sagrado se hallaba todavía en la etapa primitiva de ser el delegado de la reina y en consecuencia estaba obligado a llevar un vestido femenino (véase 18.S y 136.4).

5.      Las yeguas de Laomedonte eran de la misma casta que las engendradas por Bóreas en Troya (véase 29.e).

6.      El Inaco era un río argivo; Plutarco parece ser el único autor que habla de un Inaco o Escamandro beocio.

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