domingo, 4 de agosto de 2013

164 La muerte de Áquiles

a. La reina de las amazonas Pentelisea, hija de Otrere y Ares, se había refugiado en Troya huyendo de las Erinias de su hermana Hipólita (llamada también Glauce o Melanipa), a la que había matado accidentalmente, bien durante una cacería, o bien, según los atenienses, en la lucha que siguió al casamiento de Teseo con Fedra. Purificada por Príamo, se distinguió mucho en la batalla y dio muerte a numerosos griegos, entre ellos (según se dice) a Macaón, aunque la versión más común hace que le mate Eurípilo, hijo de Télefo. Sacó a Áquiles del campo de batalla en varias ocasiones, y algunos pretenden incluso que ella lo mató y que Zeus, atendiendo a la súplica de Tetis, le devolvió la vida, pero al final él la atravesó con la lanza, se enamoró de su cadáver y cometió necrofilia con él allí mismo. Cuando Áquiles pidió voluntarios para enterrar a Pentesilea, Tersites, un hijo del etolio Agrio y el más feo de los griegos que luchaban delante de Troya, y que había vaciado los ojos de Pentesilea con su lanza cuando ella yacía moribunda, acusó burlonamente a Áquiles de lujuria inmunda y contranatural. Áquiles se volvió y asestó a Tersites un golpe tan fuerte que le rompió todos los dientes y envió su alma al Tártaro.

b. Esto causó una gran indignación entre los griegos y Diomedes, que era primo de Tersites y deseaba mostrar su desdén por Áquiles, arrastró el cuerpo de Pentesilea tirándolo de los pies y lo arrojó en el Escamandro; pero lo sacaron del río y lo enterraron en la orilla con grandes honores: algunos dicen que lo hizo Áquiles, y otros que los troyanos. Áquiles se embarcó luego para Lesbos, donde hizo sacrificios a Apolo, Artemis y Leto; y Odiseo, enemigo jurado de Tersites, le purificó del asesinato. Pentesilea moribunda, sostenida por Aquiles, aparece grabada en el trono de Zeus en Olimpia. Su nodriza, la amazona Cleta, al enterarse de que había huido a Troya después de la muerte de Hipólita, salió en su busca, pero los vientos contrarios la llevaron a Italia, donde fijó su residencia y fundó la ciudad de Cíete.

c. Príamo había convencido ya a su hermanastro Titono de Asiría para que enviase a Troya a su hijo el etíope Memnón; le sobornó con una vid de oro. En Etiopía se muestra un supuesto palacio de Memnón, aunque cuando Titono emigró a Asiría y fundó Susa, Memnón, que era entonces un niño, había ido con él. A Susa se la llama ahora comúnmente la Ciudad de Memnón, y a sus habitantes asíanos, por Cisia, la madre de Memnón. Su palacio en la Acrópolis subsistió hasta la época de los persas.

d. Titono gobernaba la provincia de Persia para el rey asirio Téutamo, el señor de Príamo, quien puso a Memnón al mando de un millar de etíopes, un millar de susanos y doscientos carros. Los frigios muestran todavía el camino escabroso pero directo, con lugares para acampar cada viente  la ilómetros más o menos, por el que Memnón, después de subyugar a todas las naciones intermedias, marchó a Troya. Era negro como el ébano, pero el hombre más bello existente, y, como Aquiles, llevaba una armadura forjada por Hefesto. Algunos dicen que condujo un gran ejército de etíopes e indios a Troya por Armenia, y que otra expedición partió por mar de Fenicia a sus órdenes y mandada por un sidonio llamado Falante. Cuando desembarcó en Rodas, los habitantes de la cual estaban en favor de la causa griega, le preguntaron a Falante en público: «¿No te avergüenza, señor, ayudar al troyano París y a otros enemigos declarados de tu ciudad natal?» Los marineros fenicios, que entonces se enteraron por primera vez de adonde iban, lapidaron a Falante por traidor y se establecieron en Yáliso después de repartirse el tesoro y las municiones de guerra que llevaba Falante.

e. Entretanto, en Troya, Memnón mató a vanos griegos destacados, entre ellos a Antíloco hijo de Néstor, cuando acudió a salvar a su padre, pues París había matado a uno de los caballos del carro de Néstor y el terror hacía inmanejable a su compañero de yunta. Este Antíloco había sido abandonado cuando era niño en el monte Ida por su madre Anaxibia, o Eurídice, y le había amamantado una perra. Aunque era demasiado joven cuando la expedición zarpó de Aulide al comienzo de la guerra, la siguió algunos años después y pidió a Aquiles que aplacara la ira de Néstor ante su llegada inesperada. Aquiles, complacido con el ánimo belicoso de Antíloco, se comprometió a mediar entre ellos y, por deseo suyo, Néstor presentó su hijo a Agamenón. Antíloco era uno de los griegos más jóvenes, bellos, rápidos y valientes que luchaban en Troya y Néstor, a quien un oráculo había advertido que debía protegerlo contra un etíope, designó a Calionte como su guardián, pero en vano. Los huesos de Antíloco fueron enterrados junto a los de sus amigos Aquiles y Patroclo, a cuyas ánimas acompañó a los Campos de Asfódelos.

f. Ese día, con la ayuda de los etíopes de Memnón, los troyanos casi consiguieron incendiar las naves griegas, pero llegó la noche y se retiraron. Después de enterrar a sus muertos, los griegos eligieron a Ayax el Grande para que se enfrentase con Memnón; y a la mañana siguiente había comenzado ya el combate singular cuando Tetis fue en busca de Aquiles, quien estaba ausente del campamento, y le dio la noticia de la muerte de Antíloco. Aquiles se apresuró a volver para vengarse, y mientras Zeus, quien había pedido una balanza, pesaba su destino contra el de Memnón, apartó a un lado a Ayax y ocupó su lugar en el combate. E1 platillo que contenía el destino de Memnón descendió en las manos de Zeus, Aquiles asestó a su adversario el golpe mortal
y poco después una cabeza negra y una armadura brillante coronaban la pira ardiente de Antíloco.

g. Sin embargo, algunos dicen que los tesalios le tendieron una emboscada a Memnón, y que los etíopes, después de quemar su cuerpo, llevaron las cenizas a Titono; y que ahora están enterradas en una colina que domina la desembocadura del río Esepo, donde una aldea lleva su nombre. Eos, considerada como la madre de Memnón, imploró a Zeus que le otorgase la inmortalidad y algunos honores más. En consecuencia, varias aves hembras fantasmas, llamadas Memnónidas, se formaron con las ascuas y el humo de su pira, se elevaron al aire y volaron tres veces a su alrededor. En la cuarta vuelta se dividieron en dos bandadas, lucharon entre ambas con las garras y los picos y cayeron sobre las cenizas como un sacrificio fúnebre. Las Memnónidas siguen luchando
y cayendo sobre su tumba cuando el Sol ha recorrido todos los signos del Zodíaco.

h. Según otra tradición, estas aves son las muchachas compañeras de Memnón, las cuales lamentaron su muer te tan excesivamente que los dioses, compadecidos, las transformaron en aves. Hacen una visita anual a su tumba, donde lloran y se laceran hasta que algunas de ellas caen muertas. Los helespontinos dicen que cuando las Memnónidas visitan la tumba de Memnón junto al Helesponto utilizan las alas para rociarla con agua del río Esepo; y Eos sigue derramando lágrimas de rocío por él todas las mañanas. Polignoto pintó a Memnón haciendo frente a su rival Sarpedón y vestido con un manto bordado con esas aves. Se dice que los dioses observan los aniversarios de la muerte de ambos como días de luto

i. Otros creen que los huesos de Memnón fueron llevados a Pafos en Chipre, y desde allí a Rodas, donde su hermana Himera, o Hemera, fue a buscarlos. Los fenicios que se habían rebelado contra Falante permitieron que se los llevara con la condición de que no exigiera la devolución .del tesoro robado. Ella accedió a eso y llevó la urna a Fenicia; allí la enterró en Palioquis y luego desapareció. Otros dicen que  la  tumba de Memnon se halla cerca de Faltón, en Siria, junto al río Badas. Su espada de bronce cuelga de la pared del templo de Asclepios en Nicomedia; y la Tebas egipcia es famosa por una colosal estatua negra —una figura de piedra sentada— que produce un sonido parecido al del rompimiento de  la  cuerda de una lira todos los días al salir el sol. Todos los pueblos de habla griega lo llaman Memnón, pero no los egipcios.

j. A continuación Aquiles derrotó a los troyanos y los persiguió hacia  la  ciudad, pero su destino estaba ya también decidido. Posidón y Apolo se comprometieron a vengar  la  muerte de Geno y Troilo y a castigar ciertas jactancias insolentes que Aquiles había pronunciado sobre el cadáver de Héctor, y se cosultaron. Velado con una nube y apostado junto a  la  Puerta Escea, Apolo buscó a París en lo más reñido del combate, dirigió su arco y guió la flecha fatal. Fue a clavarse en la única parte vulnerable del cuerpo de Aquiles, el talón derecho, y murió con terribles dolores. Pero algunos dicen que Apolo, asumiendo la semejanza de Paris, mató personalmente a Aquiles; y ésta fue la versión que aceptó Neoptólemo, el hijo de Aquiles. Durante todo el día se libró sobre el cadáver una batalla feroz. Áyax el Grande mató a Glauco, lo despojó de su armadura, envió ésta al campamento y, a pesar de una lluvia de flechas, llevó el cadáver de Aquiles a través de los enemigos, mientras Odiseo le cubría la retaguardia. Una tempestad enviada por Zeus puso entonces fin a la lucha.

k. Según otra tradición, Aquiles fue víctima de un complot. Príamo le había ofrecido a Políxena en matrimonio con la condición de que levantase el sitio de Troya, pero Políxena, que no podía perdonar a Aquiles el que hubiera asesinado a su hermano Troilo, hizo que revelara la vulnerabilidad de su talón, pues no hay secreto que las mujeres no puedan arrancar a los hombres como prueba de amor. A pedido de ella, descalzo y desarmado, a ratificar el acuerdo mediante sacrificios a Apolo Timbreo; luego, mientras Deífobo le abrazaba simulando amistad, Paris, oculto detrás de la imagen del dios, le atravesó el talón con una flecha envenenada o, según algunos, con una espada. Pero antes de morir Aquiles tomó del altar unas teas y las lanzó vigorosamente a su alrededor, matando a muchos tróvanos y servidores del templo. Entre tanto, Odiseo, Ayax y Diomedes, sospechando una posible traición de Aquiles, le habían seguido al templo. Paris y Deífobo se cruzaron con ellos corriendo en la puerta; entraron y Aquiles, al expirar en sus brazos, les pidió que después de la caída de Troya sacrificaran a Políxena en su tumba. Ayax sacó el cadáver del templo en sus hombros; los troyanos trataron de apoderarse de él, pero los griegos consiguieron llevárselo y lo condujeron a las naves. Algunos dicen, por otra parte, que los troyanos vencieron en la pelea y no entregaron el cadáver de Aquiles hasta que les devolvieron el rescate que Príamo había pagado por Héctor.

l. Esa pérdida desalentó a los griegos. Sin embargo, Posidón prometió a Tetis que concedería a Aquiles en el Mar Negro una isla en la que las tribus de la costa le ofrecerían sacrificios divinos durante toda la eternidad. Un grupo de nereidas fue a Troya para llorar con ella y permanecieron desoladas alrededor de su cadáver mientras las nueve Musas entonaban el canto fúnebre. El duelo duró diecisiete días y noches, pero aunque Agamenón y los otros caudillos griegos derramaron muchas lágrimas, ninguno de los soldados rasos lamentó mucho la muerte de un traidor tan notorio. El decimoctavo día el cuerpo de Aquiles fue quemado en una pira y sus cenizas, mezcladas con las de Patroclo, fueron guardadas en un cofre de oro hecho por Hefesto, regalo de boda de Dioniso a Tetis; el cofre fue enterrado en el promontorio Sigeo, que dormina el Helesponto, y sobre él los griegos erigieron un alto túmulo como mojón. En una aldea vecina llamada Aquilea hay un templo dedicado a Aquiles y su estatua lleva un arete de mujer.

m. Mientras los aqueos realizaban juegos fúnebres en su honor —Eumelo ganó la carrera de carros, Diomedes la pedestre, Ayax el lanzamiento de discos y Teucro la competencia en el disparo de arcos— Tetis sacó el alma de Aquiles de la pira y la llevó a Leucea, una isla de unos veinte estadios de circunferencia, boscosa y llena de animales salvajes y domesticados que se halla frente a la desembocadura del Danubio y que ahora le está consagrada. En una ocasión, cuando cierto crotoniano llamado Leónimo, que había sido herido gravemente en el pecho mientras luchaba con sus vecinos, los locrios espicefirios, hizo una visita a Delfos para preguntar cómo podía curarse, la Pitonisa le dijo: «Ve a Leucea. Allí Ayax el Pequeño, a cuya ánima invocaron sus enemigos para que luchase en su favor, aparecerá y te curará la herida.» Volvió algunos meses después, sano y salvo, e informó que había visto a Aquiles, Patroclo, Antíloco, Ayax el Grande y finalmente Ayax el Pequeño, quien le había curado. Helena, ahora casada con Aquiles, le había dicho: «Te ruego, Leónimo, que vayas a Himera y le digas al difamador de Helena que la pérdida de su vista se debe al desagrado de ella.» Los marineros que navegan rumbo al norte desde el Bosforo hasta Olbia oyen con frecuencia a Aquiles que canta los versos de Homero al otro lado del agua, y al sonido de su voz acompañan el ruido de cascos de caballos, gritos de guerreros y entrechocar de armas.

n. Aquiles yació por vez primera con Helena, no mucho antes de su muerte, en un sueño dispuesto por su madre Tetia. Esta experiencia le causó tal placer que pidió a Helena que se descubriese ante él en la vida real en la muralla de Troya. Ella lo hizo y Aquiles se enamoró desesperadamente. Como él fue su quinto marido, lo llaman Pempto, que quiere decir «quinto», en Creta; Teseo, Menelao, París y Deífobo habían sido sus predecesores.

o. Pero otros sostienen que Aquiles sigue bajo el poder de Hades y se queja amargamente de su suerte mientras se pasea por los Campos de Asfódelos; otros, que se casó con Medea y vive regiamente en los Campos Elíseos o en las Islas de los Bienaventurados.

p. Por orden de un oráculo se erigió un cenotafio a Aquiles en el antiguo gimnasio de Olimpia; allí, al comienzo del festival, cuando el sol se pone, las eleanas le honran con ritos fúnebres. Los tesalios, por orden del oráculo de Dodona, hacen también sacrificios anuales a Aquiles; y en el camino que lleva de Esparta hacia el norte hay un templo que le construyó Prax, su bisnieto, y que está cerrado al gran público; pero los muchachos a los que se exige que luchen en el cercano bosquecillo de sicómoros entran en él y hacen sacrificios a Aquiles de antemano.

1.      Pentesilea era una de las amazonas vencidas por Teseo y Heracles: es decir, una de las sacerdotisas combatientes de Atenea, derrotadas por los invasores eolios de Grecia (véase 100.1 y 131.2). El episodio ha sido situado en Troya porque, según se dice,, la confederación de Príamo comprendía a todas las tribus del Asia Menor. Pentesilea no aparece en la Ilíada, pero el ultraje de su cadáver por Aquiles es característicamente homérico, y como se la menciona en otros muchos textos clásicos, un pasaje acerca de ella pudo muy bien haber sido suprimido por los compiladores de Pisístrato. Dictys Cretensis (iv.2-3) moderniza la fábula: dice que cabalgaba al frente de un gran ejército y que, al encontrar a Héctor muerto, habría vuelto a su país si París no  la  hubiera sobornado con oro y plata para que se quedase. Aquiles atravesó con la lanza a Pentesilea en su primer encuentro y la hizo caer de la silla tirándole del cabello. Cuando yacía en tierra moribunda los soldados griegos gritaron: «¡Arroja a esa virago a los perros como castigo por sobrepasar la naturaleza de la mujer!» Aunque Aquiles pidió que se le hiciese un funeral honorable, Diomedes tomó el cadáver por los pies y lo arrastró para arrojarlo al Escamandro. En la leyenda griega las viejas nodrizas representan habitualmente a la Diosa como Anciana (véase 24.9) y la nodriza de Pentesilea, Cleta («invocada») no es una excepción.

2.      Cisia («hiedra») parece ser un título primitivo de la diosa, llamada de diversos modos, que presidía las orgías de hiedra y vid en Grecia, Tracia, Asia Menor y Siria (véase 168.j); los «cisianos» de Memnón, sin embargo, son una variante de «susianos» («hombres-lirio»), llamados así en honor de la diosa Lirio, Susannah o Astarté. Probablemente Príamo pidió ayuda, no a los sirios, sino a los hititas, que muy bien podían haberle enviado refuerzos por tierra, y también por mar, desde Siria. «Memnón» («resuelto»), un título común de los reyes griegos —intensificado en «Agamemnón» («muy resuelto»)— ha sido confundido aquí con Mnemón, un título del asirio Artajerjes, y con Amenofis, el nombre del Faraón en honor del cual se construyó en Tebas la famosa estatua negra y cantante. Los primeros rayos del sol calentaban la piedra hueca y hacían que el aire interior se expandiese y saliera por la estrecha garganta.

3.      Aquiles en su nacimiento, juventud y muerte es aceptable mitológicamente como el antiguo rey sagrado pelasgo, destinado a convertirse en el héroe oracular «sin labios». Su adversario mítico llevaba varios nombres, como «Héctor», «Paris» y «Apolo». Aquí es Memnón, hijo de Cisia. El duelo de Aquiles con Memnón, cada uno de ellos apoyado por su madre, estaba tallado en el Cofre de Cipselo (Pausanias: v.19.1) y en el trono de Apolo en Amidas (Pausanias: iii.18.7); además figura en un gran grupo del pintor Licio que los habitantes de Apolonia le dedicaron en Olimpia (Pausanias: v.22.2). Los dos representan al rey sagrado y su sucesor: Aquiles, hijo de la diosa del Mar, brillante Espíritu del Año Creciente;  y Memnón, hijo de la diosa; Hiedra, oscuro Espíritu del Año Menguante, al que se consagra la vid dorada. Se matan el uno al otro alternativamente, en los solsticios invernal y estival; el rey muere siempre a consecuencia de una herida en el talón, y su sucesor es decapitado con una espada. Aquiles, en este sentido antiguo, no corrompido por el comportamiento escandaloso de los caudillos aqueos y dorios que usurparon su nombre, era honrado como héroe en muchos lugares;  y la  fábula no homérica de la traición de que fue objeto por Políxena, quien le arrancó el secreto de su talón vulnerable, lo coloca junto a Llew Llaw, Cuchulain, Sansón y otros héroes de la Edad de Bronce de buena reputación. Es probable, por tanto, que su lucha con Pentesilea fuera de la misma clase que la de su padre, Peleo, con Tetis (véase 81.d). Quien recibió el mensaje de Helena desde Leucea —que ahora es una isla prisión rumana sin árboles— fue el poeta Estesícoro (véase 31.9 y 159.1).

4.      Debido a que Memnón fue del Oriente para ayudar a Príamo se le llamó «hijo de Eos» («la aurora»); y como necesitaba un padre, Titono, el amante de Eos, pareció la elección natural (véase 40.c). Una lucha en el solsticio de invierno entre muchachas disfrazadas de aves de la que da fe Ovidio, es una explicación más probable de las Memnónidas que el que sean encarnaciones fantásticas de chispas que ascienden de un cadáver colocado en la pira; la lucha se libraría originalmente por el cargo de suma sacerdotisa, al estilo libio (véase 8.1).

5.      Aquiles, como rey sagrado de Olimpia, era llorado después del solsticio estival, cuando se realizaban en su honor los juegos fúnebres olímpicos; a su sucesor, llamado Idealmente «Crono», se le lloraba después del solsticio de invierno (véase 138.4). En las Islas Británicas estas fiestas caían en el primero de agosto y el día de San Esteban, respectivamente; pero aunque el cadáver del reyezuelo de cresta dorada, el pájaro de Crono, es llevado todavía en procesión por los distritos rurales el día de San Esteban, las Memnónidas británicas suspiran y sollozan sólo por el petirrojo, no por su víctima, el reyezuelo: por el sucesor y no por el rey sagrado.

6.      El templo de héroe de Aquiles en Creta debió de ser construido por inmigrantes pelasgos, pero el sicómoro es un árbol cretense. Puesto que la hoja de sicómoro representaba la mano verde de Rea, quizá se llamara a Aquiles Pempto («quinto») para identificarlo con Acésidas, el quinto de sus Dáctilos, es decir el dedo meñique oracular, del mismo modo en que identificaba a Heracles con el primero, el viril pulgar (véase 53.1).

7.      La vid de oro de Príamo, con la que sobornó a Titono para que enviara a Memnón, parece haber sido la que dio Zeus a Tros como compensación por el rapto de Ganimedes (véase 29.6).

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